Corra, camine o trote, pero practique un deporte

Siempre he considerado la actividad física como el segundo alimento y así le explico a mis pacientes y compañeros deportistas cuando el caso lo amerita, siempre regalo charlas matutinas a jóvenes que acuden a los parques o vías públicas a ejercitarse, le están regalando años a la vida, este es el auténtico elixir de la eterna juventud.

Si me preguntan por el primero, siento decirles que no es el que están pensando, el primer banquete es la alimentación espiritual, mi relación con Dios Padre, conmigo mismo, con la familia, con el vecino, con los demás, mi fe.

Esta comida satisface interiormente y fortalece para una vida normal. Para los entendidos no somos seres humanos que viven una experiencia espiritual. Más bien somos seres espirituales que viven una experiencia humana. “No solo de pan viven el hombre sino de lo que nace del Espíritu”, decía Jesucristo, el sabio de sabios. Así las cosas, amigo lector si su vida espiritual está bien, su estado de salud también lo estará, complemento para las dos alimentaciones restantes: la alimentación física (deporte) y la alimentaria (alimentos).

Una buena combinación de la alimentación espiritual y de actividad física, tendrá un impacto altamente positivo a la hora de ingerir los alimentos, al final esta sumatoria genera un único sustrato “vivir con plenitud”. La importancia de ejercitarse con disciplina en un deporte que permite mantener el organismo en buen nivel físico, hay relajamiento, el cuerpo se distiende, desaparece la rutina, se liberan tensiones, de lógica se divierte y se consiguen excelentes interacciones con los demás.

Lo que el deporte logra ninguna otra actividad lo puede alcanzar, ello implica en la construcción del individuo como ser social. Además, el deporte que se realiza con objetivos recreativos puede convertirse en la profesión de una persona donde las competiciones grupales o individuales son elegantes y las ganancias económicas las conocen bien Messi, Ronaldo; Ronaldiño, Falcao, Tyson, May Weather, por mencionar algunos.

En sí el deporte es también una gran oportunidad para mejorar la vida en muchos ámbitos, económico, social, individual, familiar.

Todos los deportes tienen un impacto muy positivo en la vida de niños, jóvenes y adultos.

De acuerdo con la Organización Mundial de la Salud –OMS–, el 6% de las muertes en todo el mundo se deben a la falta de actividad física, la cual también ocasiona padecimientos como el cáncer de mama y colón, diabetes y enfermedades cardiovasculares, activa el sistema inmunológico y previene enfermedades degenerativas como el alzhéimer. Practicar un ejercicio con disciplina acorde al peso y la edad (mínimo 60 minutos diarios por cinco días/semana) ayuda a prevenir muchas enfermedades y a controlar el sobrepeso y porcentaje de grasa corporal.

Además fortalece los huesos, aumentando la densidad ósea y mejora la capacidad para hacer esfuerzos. Por si fuese poco, fomenta la maduración del sistema nervioso motor y aumenta las destrezas motrices y mejora la imagen corporal al verse más esbelta.

El deporte actúa sobre el sistema nervioso central, estabilizando determinadas proteínas. Caminar, trotar, correr, bailar, jugar, físicoculturismo, competir, de manera psicológica mejora el estado de ánimo y reduce los niveles de estrés, ansiedad y depresión. Nos hace sentir bien emocionalmente, pues al hacer ejercicios liberamos endorfinas las bien llamadas hormonas de la felicidad. Los expertos aseguran que los niños y adolescente que practican un deporte son menos propensos a caer en adicciones como drogas y alcohol, incluso cosechan amistades sanas y agradables.

Los estudiantes logran obtener puntajes más altos en pruebas escolares, tienen tasas de deserción más bajas y una mejor oportunidad de entrar a la universidad. El deporte permite la consecución de objetivos comunes por un barrio, por un municipio, por el departamento, por el país, por el continente. Caso contrario el sedentarismo o “flojera” es madre de todos los vicios.

El deporte tiene sus diferentes niveles de intensidad, por ejemplo, tenemos a los deportistas profesionales, a los amateurs y a los que practican una gimnasia de mantenimiento.

Pero más allá de su nivel de intensidad, el deporte busca poner en movimiento el cuerpo que, muchas veces a causa del trabajo o del estudio, pasa muchas horas del día en reposo, evitando así un estilo de vida sedentario. Lo más importante es elegir un deporte que nos guste, de manera tal que lo vivamos con entusiasmo y no como una obligación.

Si la práctica de ejercicio supone tantos beneficios para la salud, entonces ¿por qué nos cuesta tanto incluirlo en nuestra rutina diaria? Existen múltiples causas que impiden a muchas personas llevar una vida activa. La falta de tiempo, la pereza, la inseguridad, no saber qué hacer ni cómo hacerlo… Todo ello, parecen excusas. Sin embargo, son una protección que usa nuestra mente a modo de evitación del dolor físico. Los expertos en psicología han determinado que se necesitan 21 días para establecer un hábito deportivo.

Practicar un deporte aumenta la esperanza de vida de ahí el sabio mensaje de Décimo Junio Juvenal “Mente sana en cuerpo sano”.