La problemática del cambio climático, se ha ido agravando a pesar de que ya son más de 25 años que los expertos vienen anunciando, a veces, con dramatismo, la necesidad de que la familia humana se dé cuenta de la fragilidad con la que estamos asistiendo al deterioro del planeta, deterioro que afecta y afectará profunda e irremediablemente la supervivencia del hombre, si no se ponen los medios para mitigar el impacto de los efectos climáticos.
Los países llamados poderosos, no han asumido con la responsabilidad que se requiere enfrentar la situación del planeta. Y dado que son los poderosos, las consecuencias las sufriremos todos, pero especialmente los países más vulnerables como son todos los del llamado tercer mundo.
Los papas de la Iglesia Católica, en especial el actual papa Francisco, han asumido la problemática con mucha entereza, pues está muy bien informado por parte de los científicos que conocen con detalle el avance los efectos climáticos. El papa Francisco escribió la carta ecológica más importante de los últimos tiempos, “Laudato sí”, la dirige lógicamente a los católicos, pero la extiende a los hombres de buena voluntad, pues todos tenemos que ver con la situación de nuestra casa espacial que es el planeta. Continuando con la misma tendencia, el papa ha convocado para este año 2019 el Sínodo de la Amazonia, con el fin de mover la conciencia humana a decidirse globalmente en el aminoramiento de los efectos, y por tanto aminorar el sufrimiento de la familia humana. Tal vez lograr una total suspensión de los efectos, ya es demasiado tarde, pero sí disminuir la fuerza indómita de la naturaleza. ¿Qué respuesta se dará? No lo sabemos, pero al menos estamos más que avisados.
A la par que seguimos los acontecimientos del mundo entero y lo que acontecerá en el Sínodo, a celebrarse en Roma, nosotros los habitantes de La Guajira, no podemos ser impasibles, como si la situación mundial no tuviera nada que ver con nuestra situación actual en la supervivencia de nuestras comunidades que viven en el desierto guajiro, y los efectos en toda la península, en todo nuestro Departamento.
Se experimenta una especie de solemne indiferencia gubernamental, social frente al presente y al futuro de nuestra área geográfica. No podemos vivir en el negativismo afirmando “aquí no se puede hacer nada”, cuando ni siquiera hay una comisión permanente que pueda programar la recuperación del Departamento. Es indispensable proceder a una reforestación con el material de flora propia de estas tierras. La reforestación equilibrará el clima, beneficiará la temporada de lluvias, mejorará la calidad productiva y dará lugar para una mejor utilización del gran espacio útil. La carencia de autoridad departamental seria, digna, transparente, debe mover otros sectores de la sociedad para afrontar el desarrollo del departamento y sobre todo del sector desértico. El hecho de ser desértico no equivale a decir improductivo, una cosa es la denominación geográfica de “desierto” y otra cosa la capacidad productiva que ofrece este tipo de suelo.
El anuncio del sínodo amazónico debiera despertar el interés de nuestra sociedad guajira, pues somos, en el extremo norte de nuestro país, un área que requiere también de suma atención, pues los efectos climáticos serán mucho más insidiosos, si no ponemos los medios necesarios para aminorarlos. Qué bueno sería que el departamento nombrase una representación ante el Sínodo y fuesen suficientemente preparados para pedir una pequeña intervención en el aula magna para presentar las características propias de esta región colombiana. Es una preciosa oportunidad internacional para dar a conocer la situación de esta zona y de sus habitantes, sobre todo de los wayuú. Tenemos que poner el todo de nuestra parte antes que la situación ambiental nos obligue a callar para siempre.