Los achaques son una realidad diaria, constante, que permanecen en el menú de los adultos, viejos y ancianos. Quienes los sentimos es una experiencia que hemos ido descubriendo en la medida que los años han ido acumulando la hermosa juventud. Al principio son cosas pequeñas, insignificantes que llegan y se van, dejando sensaciones corporales que nos llaman la atención pero que, al desvanecerse no preocupan. Cuando las visitas de esas pequeñeces nos frecuentan, empieza uno a hilar, a conjeturar, a poner atención.
Llega un día en que empezamos a socializarlas, haciendo pequeños comentarios con nuestros más cercanos. Al principio ni nos ponen atención, hasta que de tanto socializar, empezamos a molestar. Ya mosqueados nos responden con alguna alteración: “No te preocupes son tonterías tuyas, ya te pasará”.
El rechazo inicial, mal que bien, se transforma en una cita médica. Porque pensando con calma, ¿qué le diremos al médico? Es que me duele aquí… me molesta allá… es que hace unos días… mientras, el médico escuchando, ya está viendo nuestra historia clínica. Mire usted, su historia clínica se ha centrado en algunos momentos y situaciones clínicas que se han tratado con cierta eficacia. Sus comentarios actuales no manifiestan mayores alteraciones. Vea, su situación no es grave, aunque comprendo sus incómodas molestias. Por lo que usted está pasando, deberá irse acomodando, porque los va a experimentar con relativa y pesada frecuencia. Sus molestias tienen un nombre: usted padece de achaques. ¿Achaques? Sí, son solo achaques.
Cuando aparezcan y lo incomoden tómese un analgésico y se aliviará. ¡Vaya, vaya! ahora mi nueva enfermedad se llama ¡achaques!
La palabra rondará nuestra cabeza y a la primera oportunidad la comentaremos con algunos viejos amigos, quienes para reconfortarnos nos dirán: “Bienvenido al club de los achacosos”. Las conversaciones de los mayores de ahora en adelante girarán alrededor de los achaques y cada uno hablará de los suyos y compartirá el de los vecinos. Los achaques tomarán domicilio permanente que alternarán con enfermedades serias y de cuidado.
Achacar es encontrar conexiones con posibles causas y estas serán las culpables de nuestros incómodos achaques. Es que tomaste, es que te asoleaste, es que recibiste una corriente de aire, es que te mojaste, no te diste cuenta… y así entre amigos del club y los más cercanos de familia nos ayudarán a manejar los achaques: rasquiñas, pequeñas inflamaciones, algunos grados febriles, molestias estomacales… los huesos, los nervios, la cabeza, mareos… la memoria… resoplidos.