El hombre se ha convertido en la peor amenaza del planeta

“Y Dios dijo hágase la Tierra y la Tierra fue hecha, para los hijos de los hombres”. (Génesis)

Alarmarse ya no es el término, pero preocuparse sí aplica para este artículo, porque las alarmas se encendieron desde el momento upa, pero ahora sí nos estamos preocupando por el daño que ha ocasionado en gran medida la raza humana a nuestra casa ‘La Tierra’, ola de destrucción que se incrementó en forma desaforada durante los dos últimos siglos, tiempos de la industrialización, bombas, pruebas nucleares, deforestación, contaminación, la conquista del espacio y de los mares, la avaricia social empoderada en el hombre depredador.

Al escuchar los noticieros hablados y prensa escrita, aquellos que aún consideramos al ambiente, esto es pavoroso; el hombre se ha convertido en la peor amenaza del planeta: granizos del tamaño de un aguacate, deshielo de los casquetes polares, incendios forestales incontrolables, elevación de la temperatura, inundaciones en China y Europa, por Dios, se cayó la cuchara de mi mano cuando mostraron tales atrocidades que hemos hecho, pueblo adicto a la guerra y a la destrucción.

Hasta donde alcanzan mis conocimientos históricos, creo que desde la extinción de los dinosaurios, hace unos 65 millones de años, el mundo no enfrentaba tan gigantesco desafío.

Por lo que se hace imperativo que los gobiernos del mundo tomen acciones concretas, o tocará emigrar para otro planeta para también acabarlo, la famosa guerra de los mundos, nos invaden e invadimos.

Será que Dios se olvidó de esta parte de su creación, o solo mira con mucho criterio cómo esta vez lo destruimos nosotros, el Diluvio no vendrá de él, sino propiciado por el rey de su creación.

El colapso será fatal dentro de uno, dos, tres siglos, moriremos ahogados o rostizados por el uso indiscriminado de los recursos naturales de nuestro paraíso, la falta de conciencia, la mezquindad común, ha generado estos drásticos sucesos, conduciendo con este desbalance  a una muerte de los ecosistemas que son los hábitat naturales de todas las especies, el equilibrio biodiverso está dando al traste, los bosques mesófilos de montaña la mayoría ya son historia, los destruimos, el agua se agota y por ende la vida de todos los organismos vivos.

Los factores abióticos físicos y químicos creados por el hombre en su ego de avance embrujaron los factores bióticos, las altas temperaturas en los mares, los deshielos, las tormentas, la sequías, el gasto metabólico ha ido desapareciendo históricamente los nichos ecológicos, la fragmentación de hábitat, escasez de alimento, llegadas de microorganismos entre ellos los virus Covid-19, incremento del rango de padecimientos.

La gran preocupación es el aumento de la temperatura media global a 2 grados centígrados a finales de siglo, para limitar este proceso se requiere, que el 80 por ciento de las reservas de combustible fósiles permanezcan en el subsuelo y no se quemen durante los siguientes 100 años, lo que los convertiría en activo inmovilizados buscando otras fuentes de energía más natural.

Sin embargo, ante todo surge la gran pregunta: ¿Estamos a tiempo de empezar a reparar el daño que por tantos años le hemos ocasionado a la naturaleza? Para muchos todavía estamos a tiempo de detener, pero con un verdadero cambio de actitud de todos los pueblos y poder recuperar la biodiversidad devastada para las nuevas generaciones, habrá que ponerle poda al aceleramiento industrial y todo lo que implica. Avanzamos muy positivamente en muchos campos, pero retrocedemos con la vida del planeta.

Rescatar o salvar la biodiversidad, renovación de los recursos renovables, explotación mesurada de los recursos no renovables, disminuir los índices de contaminación y menos trabas al momento de ejecutar las políticas ambientales y aprender a vivir como seres vivos, serían los mejores diseños para que el planeta no fenezca, porque hasta ahora la situación de la Tierra es insostenible.