Es el maestro la persona que, con gran obediencia a Dios, pone de práctica el mandato divino de “enseñar al que no sabe”.
Es el maestro, el educador, orientador, consejero, formador que recibe al niño cual materia informe y con paciencia, agrado y esperanza lo va transformando progresivamente en persona que posteriormente a la instrucción recibida, es capaz de transformarse en persona culta, beneficiario de la humanidad.
Nadie nace sabiendo; después de nacido, recibe en forma gradual el conocimiento, destreza y la capacitación que le permite vivir mejor. Qué profesional podría negar que su formación intelectual, técnica, científica y de importantes conocimientos los recibió de un orientador que con paciencia y esmero lo preparó para que fuera útil a la familia, a la patria y a la sociedad donde ejerce el conocimiento adquirido por ese noble y desinteresado cultivador de sabiduría.
El maestro con calificativos como: instructor, profesor, psicoorientador, tutor y portador de grandes conocimientos es quien tiene a su cuidado el progreso y desarrollo de los pueblos de la humanidad.
El Gobierno nacional con el Ministerio de Educación a la cabeza, debe ser el permanente vigilante para una sana orientación y profesionalización la que imparte al estudiante que, con su invaluable y permanente colaboración, lo hace tan profesional como “El Maestro” quien enrumba al alumno cada día, a un peldaño más alto, distinguiéndose como profesor idóneo y capaz para la enseñanza.
Los que hemos pasado por el duro y a la vez agradable arte de enseñar, debemos constituir una defensoría del saber.
Para que un arte, oficio o profesión llene los requisitos legales, cumplan con las exigencias de la sociedad y en medio de esfuerzos modere la inclinación hacia una profesión o ciencia obedeciendo al maestro que instruye y educa.
Cada profesional de la enseñanza y amante de la misma, siente orgullo, júbilo y satisfacción cada vez que logra enseñar correctamente lo que con tropiezos y obstáculos aprendió mientras era un estudiante.
El municipio, el departamento, la nación y el mundo entero, para poder gobernarse debe contar con personas idóneas, capaces de ejercer el arte u oficio que se hace necesario para su desenvolvimiento, desarrollo y progreso.
Nos haríamos tediosos, ingobernables, desorientados, faltos de gobierno y autoridad, sino existiere en cada lugar de nuestro territorio un profesional representativo de cada una de las ciencias que se hacen necesarias para, sin problemas, obstaculizar el correcto discurrir de la existencia humana.
Toda profesión tiene su importancia, enseñar es importante. El maestro que es “Maestro”, debe con facilidad descubrir en sus alumnos, la clave de enseñanza.
¿Cómo podría existir el médico y subsistir la ciencia de la medicina, sino existió la persona que tiene un título para enseñar esa ciencia?
Es el educador el profesional que ostenta el calificativo de Maestro al igual que Dios y a algunas personalidades tales como Luis Lopez De Meza y Dario Echandia nativos de nuestra querida Colombia.
Procuremos que el gobernante de turno no solo regente la primera autoridad en su oportunidad, sino que también proteja, defienda y haga respetar el cargo y profesión de “Maestro”.
Dedico esta parte final de mi temática a los que estudian en las Normales, los que reciben enseñanzas de licenciaturas, especializaciones, maestrías y doctorados. Al que se profesionaliza en el arte de enseñar y asiste a la facultad de la ciencia de la educación.
Para ellos dejo plasmado los términos “Educación” y “Educar”, el primero traduce acción de educar, crianza, enseñanza, instrucción. Cortesía, urbanidad, conocimientos de los usos sociales. El segundo, es dirigir, encaminar, doctrinar. Desarrollar o perfeccionar las facultades intelectuales y morales. Desarrollar las fuerzas físicas. Afirmar los sentidos. Enseñar urbanidad, buenos modos.
El calificativo más honroso que pueda recibir quien se dedica a instruir a quien no sabe es el del “Maestro”.