El miedo: un fantasma tiránico

En el año 2014, científicos afirmaban que el 42% de los estadounidenses, en Inglaterra es del 52%, están convencidos de la existencia de los fantasmas. Esas personas, según los investigadores, creen fervorosamente en los fenómenos paranormales; almas errantes, espíritus y apariciones. De manera irracional adoptan una especie de teorías conspirativas hacia lo desconocido; son teorías alternativas, creencias de fuerzas extrañas y malignas, para desvirtuar sucesos o acontecimientos que implican situaciones políticas, sociales, religiosas, entre otras. Los colombianos creemos en los fantasmas psicológicos, con un grado de intolerancia que nos sitúa por encima de ingleses y gringos.


El señor, Francis T. McAndrew, estadounidense, periodista, psicólogo social y profesor universitario señala que, cuando desconocemos algo, suponiendo sea una amenaza, nos paralizamos y no conseguimos sobreponernos al miedo, porque no nos permite pensar racionalmente y de igual forma, escogemos el camino más corto: el temor. Las Informaciones alarmistas, inducidas por los medios de comunicaciones y redes sociales, causan pánico a la población, bajo los criterios de un periodismo “gonzo” donde consideran más importante las sensaciones que producen, que los mismos hechos.
Informaciones contrarias a la realidad, manipuladas y disparadas como dardos envenenados, exageraciones verbales y especulaciones imaginativas, siembran dudas y pavor en el común de la gente y, los políticos, aprovechando la situación, nos amedrentan, nos mantienen engañados y sometidos para afianzarse en el poder. Los colombianos, hoy por hoy, somos un pueblo ingenuo y temeroso, creyentes de fantasmas, espíritus y de sermones políticos. Superamos a los ingleses y estadounidenses, casi al doble: indicio inequívoco de atraso ideológico y cobardía. Quien tiene miedo, estará dominado bajo sus deficiencias mentales.
Gandolf, personaje protagónico de la trilogía cinematográfica “El señor de los anillos”, lo definen como un auténtico sabio y creador de muchas frases, la siguiente, es una: “No podemos elegir los tiempos en que vivimos, pero si podemos decidir lo que hacemos con el tiempo que tenemos”. ¿Qué podemos hacer con nuestro tiempo? Obviamente, aprovecharlo de la mejor forma. Somos libres de elegir nuestras acciones, sin olvidar que vivimos para superar la realidad que nos ha tocado, sabiendo que el tiempo pasa constantemente del pasado al futuro y las cosas cambian con el “tiempo”.
Cambiamos para mejorar, para que tus decisiones, mis decisiones reflejen nuestras esperanzas y no nuestros miedos, como lo expresó Nelson Mandela. Recordemos que el miedo es un fantasma tiránico, condenándonos con su fuerza interior y haciéndonos recipientes fáciles de llenar con toda la basura “informativa” que nos llega. Debemos estar conscientes de la dirección del cambio que queremos y no continuar con teorías conspirativas y engañosas que no nos dejan nada. Estamos subyugados al miedo. Séneca, afirmaba que se sufre más por la imaginación que por la realidad. Los pensamientos negativos, traen resultados negativos.
Cuando decimos que “un pueblo que jamás lee y jamás reflexiona” es claro que no tiene identidad cultural y siempre será un pueblo obediente. Seguidor de los que no hicieron nada en tantos años gobernando y amplificando los pregones politiqueros, con las propuestas y mentiras de toda la vida. Lamentablemente, somos de esos pueblos. No decimos nada cuando sus gobernantes hablan de austeridad, pero jamás han ordenado mitigar la pobreza y la miseria de los demás. Al mismo tiempo, “los demás” se enojan, porque el gobierno propone reformas de cambios, para todos. ¿Quién entiende?
El mundo es para los que creemos que se puede mejorar lo que tenemos y no de los que critican sin conocer, conociendo los tiempos que vivimos. Es cierto que las teorías conspirativas han existido todo el tiempo, pero en las últimas décadas se han propagado como la peste negra, mortíferas. Debemos evitarlas a toda costa; cuando la lengua se le anticipa al cerebro demostramos, ingeniosamente, nuestra estupidez. Estamos bajo los fantasmas psicológicos.
Por eso estoy de acuerdo con el amigo columnista, Martín Barros, que la oposición se debe hacer de forma respetuosa, con inteligencia y civilizadamente. No le sigamos el juego a quienes juegan con nosotros. Ellos defienden sus intereses y no les importamos. Nada sucede por casualidad, si buscamos el trasfondo, aunque no logremos entenderlo y sea una tarea inútil, esos asuntos están mezclados con la misma corrupción. No creas en fantasmas.