Desde los tiempos remotos de la historia de la humanidad, la mujer, a nivel mundial, era considerada como un objeto, relegada exclusivamente a los oficios domésticos, al cuidado de sus hijos y a cumplir los requerimientos sexuales y sensuales de su pareja.
Tanto fue así que en determinado momento el filósofo y misógino alemán Arthur Schopenhauer (1788- 1860) acuñó las siguientes frases en su contra: “Las mujeres son objeto de cabellos largos e ideas cortas”.
“Las mujeres son el segundo sexo, inferior al masculino en todos los aspectos. Uno debe perdonar sus debilidades, pero rendirles homenajes es totalmente ridículo y nos degrada ante sus ojos”, frases esas infortunadamente hicieron carrera en varios países del mundo.
El empoderamiento femenino más antiguo de que se tenga conocimiento en Colombia data desde el Período de la Conquista, concretamente en 1540, cuando la Cacica Gaitana, líder de los indígenas Yalcones, en Timaná, Huila, venció y asesinó lentamente al conquistador español capitán Pedro de Añasco al irle desmembrando en vida cada una de las partes de su cuerpo a nivel de sus articulaciones, en la medida en que su tribu lo trasportaba por cada uno de los pueblos indígenas de la comarca, en venganza por haberle asesinado vilmente a uno de sus hijos.
Durante el Período de la Independencia sobresalieron Manuela Beltrán, Policarpa Salavarrieta, Antonia Santos, María Concepción Loperena, María Cano y Soledad Acosta de Samper (considerada como una de las pioneras del feminismo), entre muchas otras.
Mediante un acto legislativo promovido por el dictador Gustavo Rojas Pinilla en 1954, las mujeres adquirieron el derecho de elegir y ser elegidas y, por ende, de ocupar cualquier cargo en las tres ramas del poder gubernamental. Merced a ello, votaron por vez primera el primero de diciembre de 1957, durante un plebiscito promovido por la Junta Militar de Gobierno que reemplazó provisionalmente a Rojas Pinilla, integrada por cinco generales de la República, presidida por el general Gabriel París Gordillo. De ahí para acá han logrado ser concejalas, diputadas, congresistas, alcaldesas, gobernadoras, cancilleres, embajadoras, magistradas, ministras, contraloras… y, recientemente, vicepresidenta de la República y alcaldesa Mayor de Bogotá, respectivamente, mediante el voto popular, privilegio que les correspondió, a Marta Lucía Ramírez y a Claudia Nayibe López Hernández.
En el campo de las ciencias son incontables las que han brillado con luz propia, entre ellas Ángela Restrepo, en Microbiología; Paola Pinilla, en Astrofísica; Nivia Muñoz, en Epidemiología; Helena Groot, en Genética; María Cristina Martínez, en Biología y Botánica, etc.
No quisiera terminar estas notas sin antes tener que rendirle mi admiración a ese puñado de mujeres que con estoicismo y abnegación han sabido asumir el rol de madres cabezas de hogar.