Urge un encauzamiento de todos los reclamos, inconformidades, frustraciones y causas que cultivan esta larga protesta. Necesitamos darles a los jóvenes una victoria que les permita capitalizar todos sus esfuerzos en los más de treinta días de jornadas de protestas difuminadas a lo largo y ancho del país. El costo de lucha tristemente está tasado en número de muertos, desaparecidos y heridos.
Debemos encontrar una salida política que le permita a los promotores del paro ver en ella una oportunidad que no los deje en el mismo lugar desde donde partieron. Si no le brindamos a los protestantes una respuesta que le genere réditos dentro del balance de sus peticiones sociales, no vamos a poder parar esta marejada de manifestaciones en la que cada vez observamos actos violentos que develan un panorama de desgaste emocional.
Si no decidimos de manera empática ponernos en los zapatos de los jóvenes que están luchando en la calle, no lograremos entender la dimensión del problema social que tenemos como país, y provocaremos que la comunidad internacional nos vea con mayor recelo. Permitir que la espuma se baje sin más, no debe estar en el plan.
La gran mayoría está de acuerdo en que nuestra constitución no necesita ningún cambio, el trabajo está en lograr que se aplique, que se aterrice y cumpla con su misión. Nuestra Constitución sigue siendo esa hamaca grande de Adolfo Pacheco, que nos permite mecernos todos en ella.
Generar espacios abiertos de conversación, tal como lo proponen las universidades con una intención de escucha activa en la que se incluyan todos los sectores del país, es un gran paso. Esta herramienta permitirá construir una agenda de transformación social, liderada por todos. Este modelo ya fue usado en Chile en el marco de las protestas de 2019.
Hemos entrado a una fase en la que se pondrá a prueba la cohesión de ese liderazgo colectivo de los jóvenes. Recientemente el Comité de Paro anunció el desescalamiento de los bloqueos en las vías nacionales, si ese direccionamiento surte un efecto real en los bloqueos que aún permanecen en pie de lucha, se legitiman los canales de diálogo que hoy se encuentran en curso.
El Gobierno deberá responder esta evidente muestra de voluntad con acciones concretas que permitan tasar su intención real de acoger propuestas nacidas del reclamo popular. Se empieza a ver la luz al final del túnel. Ya no habrá soporte para discursos militaristas y guerreristas, es hora de construir en una mesa diversa, inclusiva, en la que se escuche, pero también se actúe.
Apunte: Ojalá los canales de televisión no abandonen el cubrimiento de esta importante noticia ante la ausencia de sangre y fuego en las calles…