Desde que cursaba el bachillerato en el Gimnasio Cerromar de Riohacha, hace un poco más de 20 años, y en una de las excursiones a la Mina del Cerrejón, donde nos mostraban la importancia de la mina para la generación de empleos en la región, la gran contribución a los ingresos nacionales, departamentales y municipales, y, sobre todo, la alta participación en la economía de La Guajira siendo, actualmente, más del 43% del PIB departamental. Desde entonces, mientras muchos soñábamos con tener la oportunidad de trabajar en el Cerrejón, también se empezaba a rumorar cuando sería el final de la operación de esta Mina, que para aquel momento se veía muy lejos, hoy todo indica que ese momento está más cerca que nunca.
Como lo mencionó el exministro de Hacienda, Mauricio Cárdenas, en su columna ‘Explorando nuevas opciones’ del pasado mes de noviembre, las palabras de Iván Glasenberg, presidente de Glencore, uno de los operadores de la Mina Cerrejón, durante la Cumbre de Minería del ‘Financial Times’ celebrada en octubre de este año, tuvieron poco despliegue y repercusión en Colombia. Sus palabras fueron que la Mina del Cerrejón “llega al final de su vida en 2031”.
Es una realidad que la mayoría de grandes multinacionales mineras están alineando su ejercicio para cumplir el Acuerdo de París, cuyo objetivo principal es mitigar la amenaza del cambio climático reduciendo las emisiones de gases de efecto invernadero. Para ello, distintas multinacionales ya están colocando sus ojos en otros sectores sostenibles y en minerales de nueva generación como el cobre, cobalto y níquel.
Mientras tanto, es un secreto a voces la amenaza que esto significa para La Guajira. Miles de empleos, miles de millones en ingresos para los gobiernos locales y un gran impacto socio-económico y ambiental están en riesgo.
La pregunta es ¿Cómo nos podemos preparar en La Guajira para afrontar está dura realidad?
Para responder a ello, primero me remonto a 1959, todavía no había tenido la oportunidad de llegar a este mundo y, Luis Alejandro López ya componía la letra de nuestro Himno de La Guajira. Mientras que la cuarta estrofa habla del “Vital Cerrejón”, en la tercera estrofa dice “…que el turismo porvenir cercano, te abrirá un horizonte feliz…”, desde entonces, se visionaba a La Guajira con un potencial turístico enorme.
Estamos atravesando una pandemia sin precedente, el sector turístico ha sido uno de los más afectados y acaba de ser aprobada la nueva Ley de Turismo en Colombia. Nuestro potencial turístico se mantiene y llegó el momento de aprovecharlo al máximo y hacer el turismo realmente nuestro nuevo “carbón” o el nuevo petróleo como mencionó el presidente Iván Duque en la inauguración del hotel Wayira en Mayapo que sin lugar a dudas es la punta de lanza de lo que viene para La Guajira si nos enfocamos en ello.
La Guajira requiere de una política pública de turismo que potencie al Departamento mediante el desarrollo turístico integral, liderado por los gobiernos y el sector privado, y con el compromiso de la academia y las comunidades. El liderazgo institucional, la promoción e innovación, la competitividad, la inversión en infraestructura y conectividad, el fortalecimiento de la oferta, el trabajo en equipo entre las partes, y nuestra cultura wayuú como eje transversal, son temas claves para hacer del turismo ese porvenir cercano que nos abra un horizonte feliz.
Por otra parte, no se pueden desaprovechar las nuevas tendencias en la industria minera. Mencionaba el exministro Cárdenas en su columna, como nuestra ubicación estratégica, nuestros puertos (Brisa y Bolívar) y nuestras condiciones geográficas podrían propiciar un buen desarrollo y eficiencia en la producción de electricidad para la generación hidrógeno al complementar las energías eólicas y solares.