Una sentencia, como espada de Damocles, pendió sobre la cabeza del gobernador Nemesio Roys Garzón desde antes de su investidura y toma de posesión de la principal magistratura del Departamento. Asumimos como analíticos de la cuestión política, que fue una de las cartas barajadas y tenidas en cuenta para encaminarse hacia la Gobernación. Es que había que tenerla en cuenta, pues si no la removían desde arriba, la gestión hubiera llegado a puerto seguro, pero si la utilizaban políticamente, había una seria posibilidad que llevaría al gobernador al aborto de su administración, como aconteció efectivamente. De todas maneras, la sentencia, aun siendo delicada, no creaba situaciones de inhabilidad para futura postulación. Así que el proyecto original se llevó a cabo y Nemesio Roys pudo, como se dice en el argot popular “hacer la palomita” como gobernador, que le ha otorgado una estupenda experiencia y un bagaje de conocimientos, como para plantearse en serio una sana postulación.
No se puede negar que el gobernador lo ha hecho bien, se le vio el esfuerzo por acertar y acertar dentro del marco jurídico, se observó en él horas de estudio, de análisis para prevenir cualquier paso en falso que pudiera manchar su gestión. También se da uno cuenta que debió acudir a excelentes asesores, de modo que su paso por la Gobernación fuera integérrimo y transparente. Era indispensable ese comportamiento legal, pues el asunto de la “doble militancia” si no prosperaba, le dejaba campo abierto y libertad de gestión, pero, y, en caso de que el asunto cogiera fuerza y se arropara legítimamente en las normas del derecho, lo ejecutado podría servirle de guiño al ponente para que manejara con guante de oro su sentencia y también, como un depósito de argumentos, más que válidos, para una futura postulación.
De todas maneras, el gobernador sabía de sobra que su silla dependía de cómo se toreara la “doble militancia”. Hace unos días y por la vía periodística, un colega columnista de este diario, analizó el asunto, haciendo ver que la doble militancia es un juego que no está permitido y que trae serias consecuencias. Es lógico que jugar a dos cartas, o como dice Jesucristo en el Evangelio, servir a dos señores, no es válido, tiene su bagaje y visos de inmoralidad, acusa malicia ideológica y artimañas trasnochadas. Queda el estudio y análisis en profundidad para descubrir cuál fue el criterio del ponente para llegar a sentenciar. ¿La conducción del ponente fue llevar a fin una sencilla tramitología jurídica? ¿Tuvo como intención clarificar una acción que condujera a la nulidad, a la condenación o destitución? Estas filigranas, son la cantera de la jurisprudencia, a donde se acude para ventilar asuntos como el que tratamos aquí y que son punto de referencia para crear un cuerpo legislativo original. En Colombia tiene ya varios años de trabajo judicial y ya ha sentenciado en numerosas ocasiones.
La toma de posesión, no es solo una ceremonia protocolaria para una fotografía inmemorial, sino que es un acto jurídico, de los más importantes que da las bases legales para la gestión de un funcionario del Estado. De su firma y juramento depende la viabilidad administrativa, la ejecución de la normatividad, la creación de un marco legal que le sirve como de faro en la navegación que lo conduzca a una lúcida gestión o tenga que padecer la telaraña de las lupas jurídicas para analizar y juzgar sus determinaciones, que siempre tienen consecuencias serias y situaciones que lamentar.
Hablando con un amigo virtualmente, le pregunté, oye ¿cómo va el asunto del gobernador Nemesio? La respuesta fue “no padre, eso está “ad portas”, o sea eso estaba ya para firmar y ejecutar. Y luego continuó con el latín y me pronunció: Padre, “alea iacta es” o, sea “la suerte está echada” Pero a mí me llamó la atención la primera expresión “ad portas”. Si la expresión originalmente quiso decir, no hay nada que hacer, por otra, es una expresión que abre otras puertas y muy positivas. O sea “ad portas” de una nueva situación, de una nueva estrategia, de un nuevo propósito, de una nueva escalada, de un nuevo empeño por ocupar de nuevo la gobernación de La Guajira. De todas formas, la sentencia del supremo decisor, abre otra rendija: ¿Quién dio el aval para la posesión, sabiendo como sabía, de la existencia de esa inhabilidad para el ejercicio libre del cargo? ¿Sobre quién recae la responsabilidad? O sea que la nulidad nos deja el sabor de un “teatro jurídico”. Toca al gobernador Nemesio Roys no desanimarse y transformar el teatro en una feliz realidad. Y La Guajira queda con una pregunta: ¿Para qué ser buen gobernante si el trato es igual que a los transgresores? Tenemos que cerrar filas en defensa de la dignidad. Nuestra Guajira merece respeto en todo aspecto y más que nada en el jurídico.