Según relato de nuestros ancestros, lo bueno que dejó la colonización española fue la traída de las dos vírgenes a nuestra región,
la Virgen de los Remedios para Riohacha y la Virgen del Rosario en El Molino, estas son las que tienen más devotos en toda la región, aunque en la Virgen de los Remedios la devoción de sus feligreses va muy acompañada con un gran tinte político.
Siguiendo la tradición de nuestras festividades en este pueblo, cada año el primer domingo del mes de octubre celebramos el Día de la Virgen del Rosario demostrando así la gran devoción de sus feligreses por su jefa, después de misa, seguimos con una procesión en horas de la mañana y otra en horas de la tarde, por las principales y acostumbradas calles en completo orden y fervor.
El día 29 de abril celebramos el día del milagro de la Virgen del Rosario, donde según cuentan liberó a toda su comunidad de intoxicación por envenenamiento del agua en su principal afluente.
En este día no solo participan y celebran los habitantes locales, también es el gran día de todos los pueblos de la provincia, desde muy temprano se trasladan para oír la misa y cumplir con la promesa a su gran patrona, hay que resaltar la gran fe y devoción que muestra el pueblo villanuevero, donde la mayor parte de sus habitantes se trasladan a pies descalzo desde las 03:00 a.m., formando un mar humano en la carretera que une estas dos localidades.
Los hombres vestidos de indios y complementos típicos para la ocasión, las mujeres con sus mantas muy vistosas de colores sobresalientes y mucho lujo; hombres y mujeres llevan dijes de oro como ofrenda y colocárselos a la Virgen, la odisea más grande la sienten al momento de llegar a la ermita y conseguir entrar para oír la misa, principalmente de las 05:00 a.m. por la gran cantidad de feligreses que se concentra en la plaza principal.
Nos llena de gran nostalgia recordar al más puro y grande de todos los tiempo ‘el Indio villanuevero’, Juan de la Cruz, con su caracol y la concha de morrocón que le llamaba La Perrita, cantando y bailando delante de la virgen diciéndole: “Toma María del Rosario, toma”, ofreciéndole su tradicional arepa de queso, era el único que recorría toda la precesión de punta a punta sin cansarse, alegrando a su patrona.
Recordamos también a ‘Gollo’ Lobato, oriundo de La Duda, caserío vecino de El Tablazo, con su tambor único nunca faltaba en este día para alegrar la celebración de la santa misa y todo el recorrido de la procesión.
En Villanueva todavía encontramos un fiel de nuestra patrona, ‘el Cacique’ ‘Poncho’ Torcoroma, leal alumno y sucesor de su maestro Juan de la Cruz, con su baile y alegría sostiene la vieja costumbre de hacer sonreír a María del Rosario.
Por su edad se encuentra retirado de estas tradicionales costumbres el indio mayor Justo Pastor Herrera, con su caracol, el gorro de gran plumaje demostraba así su alegría en su típico baile, con buena jocosidad demostró respetar y querer a su jefa.
Todavía contamos con los indios Efraín Rosado, Chistorete Villanueva, ‘la Maye’ Villafañe que encantaba con su serenidad al bailarle a la Virgen y muchos más indios feligreses fieles a estas sanas costumbres.
A la mente nos llegan las imágenes de estas señoras que partieron, pero dejaron grandes huellas en estas fiestas patronales.
Mireya Aponte, oriunda de Urumita, con su elegancia y estilo propio se hacía valer bailando ante el altar, su cumplimiento promesero no faltó ni un solo año.
Y qué decir de Elsa ‘la Belle’ Morales y Aurora Petit, comandando todo el pelotón de indias promeseras, bailando y cumpliendo su cita, acompañadas de niños sin camisas y sus vestidos tradicionales con todos los detalles bonitos, esos tiempos donde todas las noches sonaba la caja de los indios en plena plaza, practicaban para un mejor espectáculo el día de las fiestas; estas costumbres poco a poco se han ido acabando a falta de interés de seguir las viejas costumbres, una lástima, lo bueno y lo sano tiende a desaparecer, devorado por el modernismo ni tan bueno ni tan sano.