“Hay que buscar un celador pa la iglesia porque esto ya esta pintando muy mal, con el caso que ha pasado en Valencia hoy en ninguno se puede confiar, yo no vi pero la gente me dijo y por eso es que vengo a preguntarle quiero que me diga el padre Pachito para donde iba a llevar los altares”.
Un acontecimiento de altas connotaciones Ecuménicas ha traído a mi mente la canción ‘Los altares de Valencia’ de la autoría de Calixto Ochoa, más conocida como ‘El padre Pachito’ a la cual corresponde el aparte que antecede, en ella su autor mal informado por un chisme callejero dice que el padre iba a vender los coloniales altares de la Ermita de su pueblo, y a título de desagravio posteriormente hizo otra que tituló ‘Perdóneme padre’ en la que dice “En el disco de Los Altares yo cometí un gran pecado porque el reverendo padre es muy sincero y honrado”.
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En este momento crucial para la humanidad, y cuando la desesperanza abruma a tantas familias en este mundo que el día que no trabajan no comen, tendrá lugar en Riohacha un acto digno de celebración colectiva y entusiasta, los sentimientos encontrados entre la nostalgia por la partida de un buen ser humano que nos deja la huella indeleble de su fructífera misión pastoral, y la alegría por la llegada para asumir su lugar de un discípulo de Pedro con referencias suficientes que dan seguridad que no habrán tropiezos en la obra pastoral de su antecesor, es decir que su continuidad esta garantizada.
Evidentemente, la primacía de la realidad es que en cumplimiento del deber de obediencia que Dios y los almanaques que tiene encima le imponen, Monseñor Héctor Salah ha dado un paso al costado para retirarse a sus cuarteles de invierno ante la culminación de la primavera en su periplo vital, se va este caballero de los talones hasta su gorrita, de su presencia quedarán para siempre entre nosotros los buenos recuerdos y sus obras, no hay duda, cumplió al pie de la letra las previsiones de las Santas Escrituras cuidándonos con sus advertencias de los falsos profetas y por los frutos de su misión pastoral se hizo respetar y conocer.
Fue durante su presencia entre nosotros Monseñor Héctor el faro y guía que se mantuvo incólume y encendido cuando la oscuridad de la desinstitucionalización colocó a nuestra tierra como el corcho en remolino de la escarmentación nacional, su voz siempre estuvo atenta para orientar a nuestro pueblo cuando la amnesia colectiva impedía recordar que “en la lengua hay poder de vida y de muerte” enseñándonos que quien es bueno, de la bondad que atesora en el corazón produce el bien a sus semejantes, porque de lo que abunda en el corazón habla la boca.
Por la peste brutal, quedará La Guajira con una deuda de gratitud con el Obispo que este cuatro de junio sacudirá sus chancletas para comenzar a tejer y pegar botones junto a su familia, la verdad que merecía un gran homenaje para testimoniarle nuestro agradecimiento por sus permanentes palabras de consuelo, y sus grandes servicios prestados para mejorar las condiciones de existencia a este pueblo donde hay tanta gente que mereciendo tanto nunca recibe nada.
Tuvo Pacho el Papa el acierto de designar en su reemplazo, a otro hombre bueno, que tiene a Dios en el corazón, designó para tan honrosa responsabilidad a su tocayo Francisco Antonio Ceballos Escobar, a quien sus amigos y familiares y todos los que tienen confianza con el llaman ‘Pachito’ allá en Genova en el Quindío, y jugó boliche muchacho con Nidia mi cuñada con quien le une un emparentamiento que para nosotros es trascendental, porque en La Guajira no hay parientes de primero ni de quinto grado, nuestros familiares, todos son nuestros hermanos.
Por las referencias que tengo me asiste la íntima convicción que no le quedará grande al nuevo obispo, el compromiso que asume, desde luego debe tener presente que como decía Babo mi abuelo, “A animal que otro amansa, su resabio le queda”, el altísimo lo habrá de guiar para que no se acobarde ante las atribulaciones, ni sienta miedo ante las responsabilidades, conservando indemne la fe en sus semejantes, su corazón lleno de humildad y la coraza salvadora que impedirá que las heridas afecten su alma.
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Nuestra familia ora en este momento trascendental para la Diócesis para que Monseñor ‘Pachito’ pueda vivir el periplo pastoral que comienza entre nosotros con el optimismo y la confianza de quien espera una vida larga, bendecida y fecunda, y tenga la gracia de aceptar con gozo y entusiasmo el día que llegue la orden de procedencia ignota para anunciarle que termina su misión encomendada, sin importar lo doloroso o lo inesperado que sea.
Monseñor Héctor, muchas gracias. Monseñor Francisco, bienvenido a mi tierra que es la suya también, usted sabe por qué.