Cuentan que en una carpintería de líderes ancestrales y politólogos había una reunión de herramientas para arreglar sus diferencias. El martillo ejerció la presidencia, pero la asamblea le notificó que tenía que renunciar ¿la causa? Hacía mucho ruido y además se pasaba a todo el tiempo golpeando. El martillo asumió la culpa, pero pidió que también fuera expulsado el tornillo, dijo que había que darle muchas vueltas para que sirviera de algo. Reflexiones para nuestras asambleas de políticos en los guajiros que se las pasan criticando y presuntamente las mermeladas corruptas.
Ante el ataque el tornillo aceptó también, pero pidió la expulsión de la lija, era muy áspera en su trato y siempre tenía fricciones con los demás. La lija estuvo de acuerdo, a condición de que fuera expulsado el metro, que siempre se la pasaba midiendo a los demás, como si fuera el único perfecto. ¿Estos casos los encontramos en muchos de nuestros compañeros? Entró el carpintero, líder politólogo y político de La Guajira; se puso el delantal e inició su trabajo, utilizó el martillo, la lija y el tornillo. Finalmente, la tosca madera se convirtió en un lindo mueble; cuando la carpintería quedó nuevamente sola, la asamblea reanudó las deliberaciones producto sagrado de los políticos de todas las tendencias políticas. Fue entonces cuando tomó la palabra el serrucho, y dijo: señores, ha quedado demostrado que tenemos defectos; pero el carpintero trabaja con nuestras cualidades. Eso es lo que nos hace valiosos, así que no pensemos más en nuestros puntos malos y concentrémonos en la utilidad de nuestros puntos buenos de sabiduría, honestidad y el asertivo con los líderes, concejales, alcaldes, diputados y gobernadores en Fonseca y La Guajira, luchando merecemos otras oportunidades, encontramos entonces que el martillo era fuerte; el tornillo unía y daba fuerza; la lija era especial para afinar y limar asperezas; y no observaron que el metro era preciso y exacto.
Se sintieron un equipo capaz de producir líderes de calidad, orgullosos de su fortaleza y de poder trabajar juntos. ¿Ocurre lo mismo con los seres humanos? ¿Podemos los políticos vivir en armonía? Somos capaces de reconocer nuestros valores. Sí podemos producir los más talentosos políticos sino los proponemos. ¿Somos los concejales parte esencial de estas paradojas humanas, sirviendo éticamente coadministrando?
Observe y lo comprobarán, cuando en una empresa el personal busca a menudo defectos en los demás, la situación se vuelve tensa y negativa. En cambio, cuando trabajamos con logros humanos todo resulta más llevadero. Es fácil encontrar defectos, cualquier tonto mediocre puede hacerlo; pero encontrar cualidades, eso es para los espíritus superiores, que son capaces de inspirar todos los éxitos humanos sociopolíticos. Esto ocurre no sólo en los trabajos, sino también a diario en nuestras vidas, en nuestras escuelas, empresas, en las distintas entidades religiosas, políticas, en las familias, en los hogares, etc. Lo importante es construir con calidades humanas que somos parte de un maravilloso todo, cuyo tejido social es la política integral y los movimientos políticos cuya alma moral es Dios y se presentan en muchos casos estas paradojas socio-humanas, para mejorar nuestras vidas; meditemos, somos todos importantes, pasajeros, fugases en los cargos, y que todo principio tiene fin.
Sabias reflexiones de una carpintería de líderes en los procesos sociopolíticos. Más que una reflexión es un compartir de vida laboral, socialmente, es una invitación a caminar en una dinámica interior, humana y espiritual, con el fin de alcanzar nuestras propias cumbres para la cual Dios nos ha diseñado, vistiéndonos con la mejor de su gracia, el amor, el afecto, el perdón y la solidaridad con nuestra comunidad.