No es nada fácil reflexionar sobre el dossier de un tema tan espinoso, pero considero pertinente abordarlo por la oportunidad que tenemos el próximo 27 de octubre de elegir lo mejor, sin hacer alusión a casos personificados para no atizar la hoguera ni herir susceptibilidades. Lo que se hará en tres entregas.
Tratemos de definir para una mayor ilustración de la presente y futuras generaciones qué significado tiene el vocablo Corrupción y contextualmente qué encierra sociológica, geopolítica y axiológicamente; así como las laceraciones y cicatrices sociales que dejan las practicas corruptivas.
En un pequeño diccionario que consulté, corrupción es sinónimo de descomposición, putrefacción, podredumbre, fermentación, peste como la que le ha caído a Colombia y a La Guajira. Por otro lado una enciclopedia la describe como “acción de corromper. Malas costumbres, abuso ilegal. Oprobiosos vicios, perversión. Delito.”
Si nos remitimos al entorno jurídico, encontramos que el Código Penal y de Procedimiento Penal (Leyes 599 de 2000 y 906 de 2004) en su Título XV este término lo categoriza como una práctica contra la administración pública que encierra delitos como el peculado en sus diferentes modalidades (por apropiación, uso indebido, aplicación oficial diferente, culposo, por acción u omisión…); concusión, cohecho en sus varias acepciones (propio, impropio, por dar u ofrecer); celebración indebida de contratos, tráfico de influencias, enriquecimiento ilícito, prevaricato, abuso de autoridad, usurpación y abuso de funciones públicas, violencia contra servidores públicos, contra la eficaz y recta impartición de justicia, etc.
La corrupción engendra falsos dilemas morales que nos nubla el entendimiento y no nos permite hallar la mejor manera de disminuir riesgos y maximizar beneficios. Así como en Colombia no hay quien no esté enterado que este miasma ha alcanzado niveles insospechables, en La Guajira cualquier analfabeta le hace cargos a su dirigencia y gobernantes hablando con conocimiento de causa sobre esta bochornosa práctica.
Así mismo, la corrupción es una de las prácticas de ilegalidad más nombrada en los medios de comunicación por afectar perversamente recursos e intereses de carácter público, tanto más cuanto más endémica, sistémica y globalizada como proceso social; siendo señalado el soborno como el mecanismo más común para establecer vínculos ilegales entre el sector público y el sector privado.
Hay algo que aclarar: se cree por simple prurito ideológico que todo lo privado es bueno, cuando no es de un todo cierto, puesto que la corrupción pública no es un delito de yo con yo. Es un crimen que se comete en contubernio con el privado, incluso se ha dado el caso, tanto en Colombia como en La Guajira, que el sector privado sabe solo cuando engrupe al servidor público que tiene entre sus funciones impedir el fraude, después que se apropia de los dineros brinca a su compinche o le “hace conejo”. (Continúa)