La guerra del perico

Mientras un alto ejecutivo gringo inhala un gramo de cocaína colombiana, tomándose un trago de whisky mirando de frente la estatua de la libertad, en las selvas y ciudades de nuestro país se libra, entre hermanos, una absurda guerra donde nosotros ponemos los muertos, donde se envenenan los ríos y se deforestan nuestros bosques vírgenes, me refiero, ni más ni menos, a la famosa guerra del perico. 

Para nadie es un secreto que el negocio mundial de las drogas que hoy son consideradas como ilícitas equivale, según los cálculos más conservadores, al 10% del comercio mundial; de esa monumental cifra solo una mínima parte se traslada a los narcos criollos estimulando una guerra interna que como van las cosas durará unas décadas más.

Lo lamentable del asunto es que mientras nosotros sufrimos el rigor del fuego cruzado que se traduce en desplazamientos forzados, desapariciones, campos minados, contaminación ambiental, corrupción, etc., el grueso de las ganancias del negocio se queda en los poderosos bancos gringos con la novedad que ya blanqueados esos dineros son transferidos, a buena cuenta de créditos a largo plazo, a los países subdesarrollados como el nuestro para que las futuras generaciones sigan arrodilladas y endeudas por los siglos de los siglos.

¿Cómo acabar con la guerra del perico? la experiencia mundial indica que el Estado, como máxima organización jurídica de la Nación, debe asumir el monopolio de su producción, distribución y consumo, tal cual como hicieron los gringos con el alcohol etílico en la década de los años veinte del siglo pasado, y como lo están haciendo, alrededor del mundo, muchos países con respecto a la marihuana; en nuestro continente podemos señalar a Uruguay como el primer país en legalizar la venta.

En Colombia damos los primeros pasos al respecto cuando es permitida la posesión legal de marihuana hasta 22 gramos por persona, su venta y distribución es totalmente legal para uso medicinal y científico, además, el cultivo de la hierba es legal hasta veinte plantas para el consumo personal.

De acuerdo a lo anterior, más temprano que tarde, todos los países tendrán que legalizar el consumo de las drogas, entonces, recibiremos cocaína con sabor a melocotón elaborada en Chicago, chocolatinas con pizca de marihuana californiana y, volverían a incluir en la fórmula de la Coca-Cola una buena ración de coca, como en el pasado. Espero estar vivo cuando se decida la legalización de la cocaína, entonces, solo así, un kilo de coca costará en las calles de New York lo que cuesta un kilo de café, es decir, será el final de la guerra del perico, esta guerra absurda y tercermundista impuesta desde afuera.