Las diferencias entre los amigos de Bolívar y Santander eran cada vez más grandes después de la Independencia. Se alebrestaron aún más cuando regresó el Libertador de Venezuela donde viajó a poner en línea, o en disciplina al General Páez quien había desafiado y desconocido públicamente al vicepresidente Francisco de Paula Santander. Nada positivo se consiguió con Páez, Bolívar no logró alinearlo y los Granadinos entendieron la complacencia de éste con su compatriota y el desaire a Santander se hizo notorio, ese hecho avivó los animos, las intrigas, las rivalidades y los odios hacia el Libertador, quien ya venía tomando decisiones autoritarias y de mucha impopularidad como presidente de los Países Liberados del yugo Español.
Estas manifestaciones de luchas intestinas entre los mismos Patriotas llevó a lo que se conoce como la noche Septembrina, donde el 25 de septiembre del año 1828, un grupo de hombres en una revuelta organizada intentó asesinar a Bolívar en la casa de Manuelita Sáenz donde se encontraba en horas de la noche, la astuta colaboración de Manuelita y la osadía valerosa de Bolívar de meterse en la huída en los caños del agua fría, le salvaron la vida esa fatídica noche recordada por la historia. De ese atentado sale una implacable persecución a los amigos de Santander y a él mismo que llevó en medio de la cacería de brujas a señalar al héroe José Prudencio Padilla como partícipe de una acción criminal de la que fue ajeno, nunca se pudo comprobar su participación, pero aún así, fue apresado, llevado al colapso y fusilado injustamente el 2 de octubre del año 1828 en compañía de otros patriotas, siete días después del atentado al Libertador. Se cegó la vida a uno de los mejores hombres de nuestra Libertad, el gran vencedor en muchas batallas, especialmente la del Lago de Maracaibo en año 1823. A Santander se le conmutó la pena por el destierro.
Después con el tiempo Padilla fue totalmente absuelto por la Justicia y por la historia de toda responsabilidad, pero en el alma de los responsable pesará para siempre esa página nublada, negra, manchada de sangre inocente, que como un péndulo de un reloj seguirá marcando el tamaño de la injusticia con nuestro prócer Guajiro.
Padilla, tu espada y tu valor nos acompañará siempre, como decíamos en nuestro querido colegio. Amén.