Indudablemente, que la crisis política e institucional que ha venido atravesando nuestro Departamento, afectó considerablemente todo el tejido institucional, y hoy, tenemos unas instituciones más débiles con una imagen empobrecida. Instituciones públicas sin acreditación y donde no se han implementado los modelos estándar de control interno (Meci) ni los Mipg -Modelos Integrados de Planeación y Gestión, por tanto, son instituciones que van como un barco a la deriva, sin rumbo.
Donde no se trabaja por mapas de procesos ni se evalúa detenidamente la eficiencia de los funcionarios que hacen carrera administrativa, no se pueden alcanzar las metas institucionales. Lo que es peor aún, los planes de desarrollo no se les hace seguimiento, ni control político, ni se rinde cuentas del alcance de sus metas y objetivos estratégicos. Entonces, los planes de desarrollo se quedan como un catálogo de buenos deseos y piezas bibliográficas que adornan las bibliotecas y que solo sirven de consulta para formular nuevos planes.
Este modelo de gestión institucional debe evaluarse e iniciar la reconstrucción del mismo, para realizar en adelante, gestión pública con resultados efectivos. Los mandatarios territoriales deben convertir los bancos de programas y proyectos, en una bolsa de iniciativas de inversión que obedece a procesos de contratación de toda la preinversión de los proyectos identificados y no a la voluntad de amigos que pretenden después ser contratistas. Hay que devolverle la credibilidad y confianza a las instituciones del estado en nuestro Departamento.
Cambiando desde la imagen hasta los paradigmas, prácticas y costumbres de los funcionarios públicos. Hay que mentalizar a los empleados que se les paga para servirle a toda una sociedad que tiene en las instituciones puestas sus esperanzas de desarrollo, y para eso, tributa y paga sus obligaciones como contribuyente. Hay que detener esta escalada de desprestigio contra La Guajira con nuevas prácticas administrativas. La Lucha contra la corrupción empieza por tener instituciones fuertes y consolidadas con un doliente por cada proceso y que permanentemente le hace seguimiento y evalúa y replantea la gestión pública.
Hay que ponerle freno al estado de indefensión de nuestras instituciones y hacerle frente a la defensa jurídica de nuestras entidades territoriales y cerrar esta vena rota que tanto daño le hace a nuestro desarrollo. La soberanía tributaria para fortalecer las arcas fiscales y financieras de nuestras entidades territoriales también robustece la gestión pública. Quien más tributa, más ejecutorias tiene para mostrar y más confianza de la ciudadanía también porque ve en que se invierten sus impuestos. Se me ocurre plantear que en nuestro Departamento necesitamos hacer un alto en el camino de la forma como se viene administrando en los 15 municipios y el propio departamento y las entidades descentralizadas del estado.
Hay que trabajar de manera coordinada y articulada en los tres niveles del gobierno, pero alguien debe llevar ese liderazgo institucional y por su responsabilidad misional debe ser el Gobierno departamental, en cabeza del gobernador del Departamento. Nuestra soberanía territorial hay que hacerla respetar en espacios institucionales, pero repito con la casa organizada y con instituciones fuertes.
Los diálogos de la región con la nación se deben reanudar, pero con una planeación estratégica del desarrollo, generando espacios institucionales para lograr resultados. 15 alcaldes, junto con el gobernador y dos representantes a la cámara reunidos con el presidente es un gran inicio de esta nueva era. Lograr un proceso de planeación participativa de gabinete a gabinete de las entidades territoriales y luego elevarlo al nivel nacional, sería otro gran avance. Mostrar compromiso, conocimiento de las particularidades territoriales y poblaciones de nuestros funcionarios, sería otro gran mensaje. Gobernar con los mejores hombres de La Guajira, donde el mérito, la experiencia y el conocimiento, sean el motivo más elocuente de su escogencia, sería otra forma de mostrar la disposición de cambiar. Pero indudablemente, que este camino tortuoso de la estigmatización, lleno de improperios que nos rotula como el Departamento más corrupto del país, somos nosotros mismos quienes podemos cambiarlo.
La forma en que se administren los recursos públicos, es un gran mensaje a la opinión nacional y esto comienza desde el constituyente primario. Si nuestro pueblo elige a conciencia y termina con la compra y venta del voto y el clientelismo excesivo y las viejas prácticas que nos sumieron en la crisis y se escoge lo mejor de lo mejor, seguramente tendremos instituciones fuertes y gobiernos exitosos. Pero si nos resistimos a cambiar, nos estamos condenando a repetir la historia.