Importante destacar lo extraordinario que fue la Villanueva de antaño, como la de construir una sociedad civil para de ahí sostener una legitimidad de un pueblo basado en principios y valores, que no fue nada fácil y en especial mantener esos principios y valores por décadas fue más complicado.
Es parte de la historia de Villanueva que por más de una centuria se le conocía como la cuna de la intelectualidad, nobleza y hospitalidad y desde finales de los 70 se le conoce como la ‘Cuna de Acordeones’, gracias a eso logró forjar una de las mejores sociedades civiles en su entorno por más de cien años y fue la base fundamental de su prosperidad y señorío, como uno de los municipios que siempre se mantuvieron en la cima a costa de esos principios y valores basados en moralidad, laboriosidad, competencia, transparencia en lo público y privado, productividad, cultura ciudadana, ética, excelente relación de vecinos y asociación en causas comunes. Esa fue la Villanueva de antaño que sirvió de base para construir la de hoy, pero que en gran parte ha tenido una desviación por el camino no correcto de esos principios y valores y demás enunciados en la Villanueva presente.
Hoy vienen a mi mente tantos recuerdos de esa Villanueva de antaño que enriquecen mi espiritualidad de lo que fue y ya no es. Los días en que estudiábamos en el Colegio Santo Tomás del maestro Rafael Antonio Amaya Núñez donde nos enseñaron principios y valores basados en la honestidad y los días que íbamos a misa con el señor Rafael a la cabeza, vestidos de saco y corbata, con otros maestros también inolvidables que nos enseñaron tantas cosas buenas: Nicomedes Daza, José Lucas Daza, Óscar Amaya, Tomás Enrique Mendoza, José Pitre, entre tantos buenos maestros. También es bueno recordar a otros grandes educadores como Luis Beltrán Dangon Ovalle y Rafael Peñaloza López, sin olvidar a ‘Tomasita’ Dangond, quien con su inolvidable escuelita ‘El Mamón’ dejó para la posteridad tantas enseñanzas a sus educandos.
Como no recordar a Sara Martínez de Daza con quien hacia tantas tertulias, donde su hija Inés Daza de Orozco con su inmarcesible almacén, el médico Juan Carlos Orozco Gámez y su buena esposa ‘Ocha’. Nicomedes Daza y su esposa Matilde; Ramón Ovalle y su tía Eulalia Quintero; Alfonso Martínez Quintero; José Daza y Sara; Manuel Lacouture y María Clara; Silvestre Lacouture y Lucila; Luis Carlos Lacouture y María Clara; ‘Alvarito’ y ‘Gollo’ Orozco; Serafina Ferreira y su padre el doctor Ferreira; ‘Gollito’ Orozco y su esposa; Luis Carlos Morillo y ‘Fefa’; Carmen González y el profesor ‘Fito’; ‘Teresita’ Orozco, una de las voces en el coro de la iglesia y Franco Mota; Darío Martínez y Fanny; ‘Caco’ Quintero y Eloisa, Ana Luisa Baquero, mi tía querida, entre tanta gente buena de esa Villanueva de antaño que ha dado el mejor ejemplo.