Más allá de organizar las finanzas y honrar la deudas con sus acreedores del hasta ahora inviable departamento de La Guajira, el sometimiento de este a Ley 550 o ley de quiebra como también se le conoce, es un mensaje político que indica que hay que recobrar el norte que La Guajira en su consolidación como entidad territorial, nunca debió perder.
Esta ordenanza, la 512 de 2020 viene a ayudarnos a recuperar la autonomía financiera que el Departamento perdió por sus tantos incumplimientos y que hoy día están en mano del Gobierno nacional con las intervenciones de varios sectores y acá en el territorio está en las manos de los jueces de la República a quienes los acreedores deben con todo derecho y razón acudir para que les honren sus deudas .
El Departamento atraviesa desde hace muchos años una profunda crisis institucional, política y financiera, la cual no necesita de grandes estudios ni profundos análisis para su diagnóstico.
Crisis que se acentúo aún más a partir del año 2012, cuando entró en vigencia el acto legislativo 05 de 2011 concerniente a la reforma a las regalías, que golpeó las finanzas de un departamento cuyo presupuesto de gasto lo conformaba en un 85% los recursos de regalías.
La Guajira a partir del año 1974 cuando comenzó la explotación de gas fue transformando su PID hasta llegar a ser un departamento regalo-dependiente en sus ingresos y con la entrada en explotación de la mina de carbón del Cerrejón en el año 1985, perdimos nuestra vocación agrícola y comercial que eran los renglones que movían la caja registradora de la economía en el territorio, al punto que esta última actividad en el año en que empezó la explotación del Cerrejón generaba 12 mil empleos directos, algo bien significativo para una población que en ese entonces no llegaba a los 300 mil habitantes.
Pero llegaron los cambios de las actividades productivas en el Departamento y pasamos a ser un departamento minero y a creernos el cuento de que éramos los nuevos ricos de este país, cuando las estadísticas de NBI nos indicaban que estábamos siendo igual o más pobres que cuando teníamos una economía primaria representada en lo agrícola y lo comercial.
La verdad verdadera es que se generaron cuantiosos recursos a través de la actividad minera, pero estos fueron gastado a manos llenas con marcada corrupción y sin planificación para poder afianzar y fortalecer las actividades que de manera artesanal e incipientes eran la base de nuestra economía y no entendieron nunca nuestros mandatarios que los recursos de los que provenían los grandes millones que gastaba a manos llenas eran recursos NO renovables y que tarde o temprano vendría su declive y por lo tanto la disminución o desaparición de ellos en los presupuestos departamentales y municipales.
Pero ni siquiera fue necesario para que se diera el faltante de estos recursos en los presupuestos territoriales que se agotarán los recursos en su explotación, una reforma constitucional adelantó la realidad que ya sea por esta vía o por la del agotamiento del mineral hubiésemos llegado a tener tarde o temprano y fue así como el 31 de diciembre de 2011, nos acostamos disque “ricos” para levantarnos pobres el 1 de enero de 2012.
Pero la dirigencia política no quisieron entender la nueva situación económica del Departamento y seguíamos en una política económica que arrastraba las mismas cargas de gastos como cuando teníamos regalías directas, que aunque no eran recursos de libre destinación, tenían ellos un impacto directo para poderlos producir; ya que al contratar dichos recursos de regalías y aplicarle los impuestos de ICA , sobretasas, estampillas, etc, estos eran quienes más ingresos de libres destinación nos generaban en el presupuesto.
Y aunque la danza de los millones se había detenido, los gastos a cargo de ellos seguía bailando y tocando como lo hacían los músicos del Titanic, mientras el barco se hundía, no hubo ninguna propuesta de parte de los ordenadores del gasto para reorganizar las finanzas y ajustar las mismas a la nueva realidad financiera que enfrentaba el Departamento; por el contrario para cubrir los gastos de las cargas financieras que traíamos del escenario anterior, se empezó a echar mano de recursos que no brindaban la estabilidad y el sostenibilidad de algunos programas sociales de gran impacto para los habitantes del territorio.
Estos al no ser infinitos ni estables se agotaron y vinieron los incumplimiento, que empezaron a generar demandas ejecutivas y embargos al punto que este departamento no tiene un gobernador como ordenador del gasto, si no que tiene a una rama judicial representada en sus jueces como los ordenadores del gasto del Departamento, todo producto de la corta y egoísta visión de sus mandatarios.
Lo cierto es que no entiende uno como en estos años en que se recibieron cuantiosos recursos de regalías no se miró hacia el mar para siquiera hacer un pequeño muelle que nos permitiera tener una rústica conectividad marítima, para desarrollar el comercio que en antaño tuvimos sobre todo con nuestros hermanos de las islas del Caribe, nada de eso, no hubo una sola cabeza que pensara que éramos un departamento costanero con cuatro municipios ubicados en el litoral Caribe y todos ellos recibiendo regalías y no hay siquiera, ni para un remedio un palo sembrado en el mar Caribe Guajiro así sea que nada más sirviera para amarrar un cayuco de nuestros artesanales pescadores .
Tengo fe que vamos a empezar a mirar las verdaderas y estables actividades que generan riquezas en los pueblos del mundo y alguna de ellas la podemos desarrollar en nuestro departamento, como es la actividad del comercio internacional y el turismo náutico a las que le hemos dado la espalda. Yo pregunto por qué nunca se ha presentado un proyecto de un pequeño muelle en algunos de nuestros cuatro municipios costaneros, pero solo citar un ejemplo, si se invirtieron cerca de 8.000 mil millones en una terminal de transporte como la de Uribia que hoy día está en el radar de las IAS catalogada por la Contraloría como un verdadero elefante blanco y generándonos penosos escándalos y además mostrando una vez más la mala planificación, ya que nunca ha prestado ni creo que llegue a prestar en todos estos tiempos, servicio alguno a sus empobrecidos habitantes.
Repensar y transformar La Guajira es tarea de todos y sé que hay tiempo de enderezar el rumbo, creo que ya estamos hastiados de los desaciertos y las mezquindades del pasado; los nuevos proyectos e inversiones que se vienen para esta región son la segunda oportunidad a la que todos tenemos derecho en la vida, pero debemos tener la mente abierta para poder aprovecharlas en beneficio de un pueblo que cada día amanece más pobre que el día anterior.