El lenguaje popular es parte de nuestra idiosincrasia, con el que expresamos ideas, pensamientos morales y grandes enseñanzas. El título hace parte de ese compendio dicharachero. Lo cierto es que nadie sabe, ni tiene idea cuando aparecieron esos dichos o refranes. Igualmente, han aparecido más de medio centenar de precandidatos, de todas las esferas sociales, aspirando a la Presidencia. Algunos, con arranques de caballos briosos, ignorando la personalidad de los demás, exaltando su idealismo político, muy seguramente tienen rabo de paja. Otros, más ambiciosos, pescando en río revuelto, miran el presupuesto y creen tener la tabla de salvación a sus problemas económicos.
Otro número importante es la afluencia de candidatos al Congreso de la República, es impresionante. Con los mismos vicios porque no hay manos puras, hay puras manos suplicando mermelada; el actual Congreso, sin progreso es la fotografía de los durmientes congresistas. A pesar de todo, vuelven prometiendo las mismas cosas: educación, salud, vivienda y erradicar la pobreza: no se ha notado en muchos años. El brasileño Paulo Coelho de Souza, uno de los escritores más leídos del mundo, refiere que: “cuando los políticos dicen que van a erradicar la pobreza, están hablando en nombre propio; o sea, la pobreza de ellos”. Esta afirmación encaja perfectamente en el panorama de los políticos colombianos. Desde hace años, muchos años, quizás desde siempre, esta práctica es popular en nuestro medio.
Esta es la realidad de nuestro país. A veces creo que nuestra “democracia” frágil como cáscara de huevos, deja filtraciones donde llegan a nuestras instituciones personas, a los altos cargos y bajo perfil académico; con graves implicaciones en su desempeño, como el abanderado ex presidente del senado y otros, con menos pergaminos, hoy tienen aspiraciones. Cualquier persona puede aspirar a cargos públicos sin títulos académicos, lo que últimamente sucede en Colombia. Es importante resaltar que lo anterior no implica que estemos remando contra la constitución, entendiendo que el artículo 40 es bien claro definiendo esta disposición. Pero la educación si es esencial, ayudando en la formación de buenos seres humanos, los que deben contribuir a cambiar al país, sin violencia.
Sin embargo, cabe aclarar que esta circunstancia, de elegir y ser elegido, conlleva doble connotación: en primer término, la constitución es permisiva, en su derecho, consintiendo que una persona, con el solo hecho de ser colombiano y mayor de edad, puede elegir y ser elegido; cabe destacar que, en circunstancias especiales, una persona con buen sentido de pertenencia, comprometida con su comunidad llegue a ser elegido como funcionario público, sin tener un perfil académico alto; y, por el otro lado, insisto, la experiencia profesional es más importante, las habilidades y competencias, facilitan a congresistas y altos ejecutivos cumplir bien sus funciones, lo contrario aquellos con bajo perfil académico, llegan improvisando en los deberes administrativos de cualquier ente territorial.
En las próximas elecciones se elegirá Congreso y Presidencia y estamos escuchando las voces de los primeros chicharrones con aspiraciones para ser congresistas. Considerando que son personas con perfiles profesionales, destacados en sus comunidades y sus deberes ciudadanos, con intenciones de servir a su comunidad, bienvenidos. Pero si son, los que dice el papa Francisco, “personas con demasiado apego a las cosas materiales, banquetes exuberantes, dinero, por favor, no se meta en política, porque va a hacer mucho, a sí mismo y al prójimo”. Indudablemente, siempre habrá políticos mezquinos, lo más razonable es abstenerse de sus aspiraciones, no cumplirán con sus deberes, la diferencia será su prestigio.
La política radica en la fuerza transformadora y el interés que le den sus representantes en el cumplimiento de sus desafíos y en el apoyo integral al desarrollo de los pueblos; sino no es así ¿Entonces para qué sirve? Por eso, es necesario que los aspirantes sean honestos, dignos profesionales y vocación de servicio. Que no vayan al Congreso a estar como la tortuga en el poste del alumbrado: nadie entiende cómo llegó ahí, no creen que esté ahí, es seguro que sola no subió ahí, pero también que no debería estar ahí y que estamos conscientes que no va a hacer nada útil ahí. Entonces, lo más indicado es despertar del letargo y no seguir con esa apatía dejando que otros animales se suban ahí. La educación nos hace soñar una Colombia libre y Democrática.