Ojo con la comida chatarra… no envenene su organismo

En este artículo doy respuesta a todas las cuestiones que a diario me hacen deportistas, pacientes y hasta el dueño de la tienda de las llamadas comidas chatarra, basuras, procesadas, sancochos de tienda, además dar ejemplos de ellas y razones que explican el daño ocasionado al organismo, afectación a la salud y porque son tan fáciles de consumir. Se estima que en la temporada de pandemia su consumo se duplico entre la población mundial.

Este tipo de comidas que incluyen sólidos y líquidos, aparecieron en la Segunda Guerra Mundial precisamente en el país del Tío Sam, cuando el Ejército de Estados Unidos se vio ante el dilema de alimentar a cientos de miles de soldados tres veces al día y en condiciones miserables. Fue allí donde los cráneos del Pentágono comenzaron a experimentar con ingredientes extras y aditivos, no solo en los platos sino también en la carne y en los pollos. Finalizada la Guerra Mundial el consumo se extendió a la vida civil con gran participación del sector femenino.

Además de aditivos, este tipo de comida contiene una alta concentración de grasas saturadas (grasa mala) condimentos, colesterol, azucares, sal, gas, glutamato monosódico (potenciador del sabor) o la tartrazina (colorante). Estos aditivos no tienen ningún valor nutritivo en sí, su función  es el de modificar las características órganolépticas de los alimentos: color, textura, sabor, como el de extender su conservación entre ellos los nitritos y nitratos (potencialmente cancerígenos).

Habitualmente estas comidas tienden a ser de mayor consumo que la comida tradicional, por su fácil disponibilidad, tiempo de procesamiento, el olor conquistador, efectos placenteros, variedad de productos y hasta lo barato del precio. La noción de chatarra hace referencia a un material de desecho, algo que no sirve o que no tiene ningún valor.

Mientras la comida tradicional es rica en fibra, proteínas, minerales, carbohidratos, vitaminas, elementos imprescindibles para el correcto funcionamiento del organismo; las comidas chatarra en cambio son ricas en calorías vacías (patrones de la obesidad), su contenido no es esencial y   actúan a nivel de la corteza orbitofrontal y cingulada del cerebro originando la famosa adicción, por lo que su consumo  provoca en el organismo un exceso de dopamina y orexina incrementándose la sensación de placer y recompensa (apetito y sed).

Entre sus mayores exponentes se encuentran las hamburguesas, perros calientes, pizzas, salchipapas, frituras, bollería industrial, bebidas carbohidratadas (gaseosas)… y más, solo es mirar los anaqueles de los supermercados  y ahí está a la vista el  gran veneno para la salud. Al ingerir estos productos, ellos realizan su respectivo tránsito por la economía digestiva, dejando una estela de probabilidades para que se desarrollen o potencialicen patologías tipo diabetes, sobrepeso, obesidad, caries, celulitis, problemas cardiacos, hipercolesterolemia, hipertrigliceridemia, envejecimiento prematuro, tipos de cáncer, adicción, malformaciones congénitas, malnutrición, déficits nutricionales y por último la muerte, entre otras.

En Colombia la ingesta de una dieta poco saludable es el segundo factor de muerte y discapacidad; las niñas y niños con un peso excesivo obtienen peores resultados escolares, se ausentan más de las aulas, el riesgo de que sufran acoso escolar se triplica y al crecer, sus posibilidades de conseguir una titulación universitaria son menores.