En recientes días y con presencia de la vicepresidenta de la República, proclamada como la madrina de la ciudad
en el nuevo gobierno, se presentó a la dirigencia, a los académicos y a la ciudadanía en general el documento La pobreza en Riohacha: diagnóstico, análisis y propuestas elaborado por el Centro de Pensamiento Guajira 360 grados.
Han pasado los días y ninguno de los sectores implicados en la reflexión de las escabrosas cifras ha anotado una sola posición que indique que la ciudad a través de sus candidatos especialmente, goza de un pulmón, un nuevo aire para levantarse del nocaut que le ha infringido su propia realidad.
Atolondrada la ciudad recibe una procesión de más de 15 candidatos; unos con pregón popular, otros con posturas confusas en sus perfiles publicitarios y de redes sociales, algunos muy bisoños en la gestión pública. Un afán de iniciar un camino sin saber para donde se va y sin inspirar rutas para salir adelante. Tanto desconcierto existe sobre el pasado próximo de Riohacha, que se han levantado voces clamando nombres rutilantes de exalcaldes, como si estuviéramos entrando en una era de la pos-peoridad, ante lo cual cualquier pasado mediocre, puede ser mejor. O tal vez, dejar que la arbitrariedad con la que Riohacha ha decidido su suerte, termine concediéndole razón al Distrito, eligiendo el candidato de la “familia”, que a fin de cuentas es el que mas se parece a la ciudad de a pie, a la que se rebusca, la que todos los días renace de sus cenizas, la que carga a cuestas una herencia de desplazamientos, la que se ha clientelizado con el manejo de los dineros públicos, la que se ha descuadernado creciendo a la topa tolondra y la que pierde la memoria cada vez que le recuerdan que Camarones no tiene agua habiendo parido los 4 últimos alcaldes.
La delgada franja amarilla que separa a la ciudad de la frivolidad de sus dirigentes está signada por el bajo poder adquisitivo de sus hogares, la mitad de su población viviendo en condiciones de pobreza monetaria, entre 2010 y 2017 la brecha de pobreza con respecto al promedio nacional aumentó, mas del 50 por ciento de sus hogares viven de la informalidad, el 33 por ciento de sus estudiantes tienen bajos logros educativos y sigue la ciudad ostentando el título de ser la segunda en desigualdad, superada solo por Quibdó. Al leer la realidad existe una dislexia colectiva, que no es producto del azar, porque Riohacha además, ocupa los últimos lugares en lectura crítica en las estadísticas citadas en el estudio.
La desigualdad entendida como la diferencia entre el ingreso de los habitantes de un territorio, se equipara a otro indicador que posee Riohacha, como es el de contar con los mayores porcentajes de exclusión social que redundan en las cifras de mortalidad infantil, disponibilidad de bienes y servicios, y embarazo en adolescentes, entre otros precarios temas.
En pocos años Riohacha tendrá la población de adultos mayores más alta en la total indigencia, dado que el 70 por ciento de la fuerza productiva, de las cabezas de hogar que llevan el pan a la mesa, sus ingresos proceden de actividades informales que no garantizan ninguna provisión para una pensión posterior. En cada esquina hay un puesto de fritos, en cada cuadra una venta de minutos y cada hora circula el perifoneo de los vendedores de plátano, guineo verde y frutas, que para el Dane figura como empleo informal.
Lo que mas motiva a los bloques de poder iniciar la disputa por la Alcaldía, es el progresivo fortalecimiento del presupuesto público del Distrito, que representa la cifra de un billón de pesos para el cuatrienio de gobierno, no contando con que casi el 80 por ciento procede de las transferencias de la nación. Pero esta no es la ambición que va a posibilitar el despegue de la ciudad. El estudio plantea un trazado de 12 años hasta el 2030, en los que ningún mandatario podrá afirmar qué hará en cuatro años, lo que será necesario construir en un pacto de tres vigencias, para que por vía de este acuerdo de voluntades, la ciudad pueda ir superando su rezago.
Enriquecedor ejercicio de investigación entrega el Centro de Pensamiento a la presente generación, no solo para que se activen las alarmas, sino para que se empiece a inquietar este discipulado de propósitos que hoy quieren administrar el Distrito. Sin embargo, el documento pasa por alto dos temas que han incidido en el decadente estado de la capital guajira: las afectaciones de la actividad extractiva con sus conatos de economía de enclave, incluyendo la fuga histórica de compras de bienes y servicios y desde luego, la corrupción, por vía de la cual se ha privado de la solución definitiva de agua potable a la ciudad junto a el inventario de mafias que se han apoderado de la contratación pública como si fueran dueños de los feudos de educación, salud y saneamiento básico.
La ciudad de los mágicos arreboles no es pobre, pero sigue resistiendo su empobrecimiento sistematico.