Son de todas las edades, varones y extranjeros en su mayoría, que registran las bolsas de desechos y contenedores “a mano limpia”, sin ningún tipo de protección personal. Lo más buscado es el plástico, aunque papel, cartón y vidrio también se recogen. La escena produce en primer lugar asco, luego rabia y lástima.
Son tantos los rebuscadores que un mismo contenedor es registrado por personas diferentes. Vi alrededor de ocho jóvenes en media hora llegar frente a la sede del BBVA en la zona del mercado viejo, allí se deposita mucha basura de la plazoleta de comida cercana. Ellos prácticamente se meten de cabeza en forma desesperada en esos contenedores y dejan a su paso un reguero de desechos en el piso. Con frecuencia encuentran residuos de comida y algunos la consumen; nada más repugnante que esa escena. Eso es denigrante de la condición humana.
Aunado a lo anterior hay cuadrillas de rebuscadores que acompañan a las de la empresa Interaseo al momento que los camiones compactadores hacen su trabajo. Dado que muchos hogares sacan sus bolsas al momento que pasan estos vehículos, esta operación se realiza a una gran velocidad ya que mientras el camión circula, dos trabajadores al trote en cada acera de la calle recogen las bolsas de los andenes y las tiran en la tolva, mientras que los intrusos van rompiéndolas ágilmente para que no se le quede ninguna sin revisar en busca afanosa de los deseados materiales reciclables mezclados con todo tipo de inmundicias.
Esto incrementa los transmisores patógenos como la mosca, la rata, la cucaracha y el zancudo. El estándar es que las basuras deben estar recogidas y tapados los tanques, contenedores y bolsas, lo que está ocurriendo es un constante abrir y no todas las veces cerrar de esos depósitos temporales. Ya es común ver en las aceras y andenes pañales desechables y toallas sanitarias usadas dejadas por la prisa de este desafortunado reciclaje. Según el criterio del reconocido médico epidemiólogo, Víctor Frías Rosero, esto provoca focos de infección, proliferación de plagas y enfermedades gastrointestinales, respiratorias y micóticas y proliferación de mosquitos que transmiten dengue clásico y hemorrágico.
Entre los sectores más críticos de la ciudad está la zona del mercado viejo, en ente las carreras séptima y octava, desde la calle doce hasta la catorce, donde se expenden carnes, pescados y queso a la intemperie, sin guardar la cadena de frío y se genera una gran cantidad de desechos orgánicos, las mesas donde se exhiben estos productos son medio lavadas diariamente y las aguas residuales fluyen por la carrera ocho de la calle trece hacia la doce, justo donde está la oficina de salud pública. ¡Qué ironía!
Los cartones y mesones que se utilizan para secar el camarón y escamar el pescado son guardados cada día con deficiente higiene y reutilizados al día siguiente. Toda la zona mencionada es famosa por la cantidad de ratas y cucarachas y representa un gran riesgo para la salud de los riohacheros. También es muy frecuentada por una gran cantidad de perros callejeros que marcan su territorio con el orín. Ahora imagínense lo que encuentran los recicladores señalados al inicio en tres contenedores ubicados en la esquina de la calle trece con carrera ocho.
Así pues, no son casuales en la ciudad las continuas virosis o epidemias de gripas, problemas estomacales, hongos, dengue; entre otras. ¿Qué piensan las autoridades de lo que está pasando? ¿Será que la administración distrital no se ha dado cuenta? ¿Estaría Interaseo incumpliendo el contrato al permitir que manos intrusas manipulen las bolsas en las compactadoras? Lo de repugnante, antiestético y contaminante también lo ven y lo sufren los turistas que nos visitan.