Por José Luis Arredondo
El exmagistrado Iván Velázquez una de las víctimas del hoy encausado, sentenció: “se rompió la impunidad del poder”, descripción lacónica y esperanzadora que emana como fruto de la decisión de la Corte Suprema de Justicia al cobijar con medida de aseguramiento domiciliaria a Uribe. La feroz y articulada arremetida desatada en la víspera de la decisión, por el presidente, por el Centro Democrático y por algunos periodistas de pacotilla desenfocando su rol de formadores, por el de manipuladores de opinión. Era un presagio de lo que ocurriría. La intervención del presidente rebosó los linderos de mesura y respeto por la institucionalidad. En un abierto desafió al estado de derecho, con un patético e incuestionable desbordamiento de sus deberes fungió como defensor a ultranza de su mentor. Espectáculo bochornoso, acorde con las extintas repúblicas bananeras.
Sin la menor idea del acervo probatorio constituido por un cuantioso cumulo de testimonios, videos, grabaciones que suman más de 2. 400 folios y 27. 000 audios, la reiterada actitud de Duque es un desacato al poder judicial. Ello se infiere fácilmente de sus intervenciones en torno al caso. Es evidente la desautorización, la descalificación y el desconocimiento al fallo proferido por la Corte. Divulgada oficialmente la decisión, al desatino presidencial se agregó una descarga proveniente del ámbito privado, el Consejo Gremial abiertamente exigió libertad para el enjuiciado durante las etapas del proceso. Solidaridad de un poderoso sector de auspiciadores y financiadores de la campaña del pupilo del Líder. Naturalmente beneficiarios también. Favor con favor se paga. Ambos despropósitos sugieren circunstancias inéditas en la vida institucional del país. No podemos pasar por alto la exótica y peligrosa convocatoria a las reservas militares activas realizada por una senadora del partido de gobierno relacionada con el narcotráfico por vía paterna. Se disputa con Paloma Valencia el primer lugar en “lamboneria” en la disputa desatada entre los áulicos.
El escenario descrito configura graves amenazas a los restos supervivientes de la democracia colombiana. La estabilidad institucional, el equilibrio de poderes y el respeto a la independencia entre los mismos, se encuentran en vilo, irónicamente por quienes tanto se ufanan de lo contrario. Los partidarios del inefable autócrata siguiéndole el juego a sus veleidades dictatoriales. En las patrañas usadas para aprobar la reelección y en sus consecuencias político-institucionales encontramos factores que han venido socavando a la democracia colombiana en un continuo, incesante trabajo de zapa.
De contera acaban de proponer una Constituyente obviamente en pro del control unipartidista de todos los poderes estatales. Controlan la Fiscalía y La Contraloría y seguramente en diciembre harán “moñona” cuando de sus entrañas elijan al nuevo Procurador General. La Corte única sugerida en la Constituyente será a la medida de sus pretensiones. Diseñada para perpetuarse en el poder. Cualquier parecido con Venezuela es pura coincidencia. Al lado de este proyecto autoritario y mesiánico, Pinochet, Fujimori y Maduro serían unos aprendices.
Únicamente sirve la justicia cuyos fallos y sentencias sean proclives a sus intereses. Cuando le concedieron a Arias el recurso de la doble conformidad, albricias, todo maravilloso. Le dictan medida de aseguramiento a Uribe, entonces la justicia está politizada, sesgada ideológicamente. Aplica aquello de “con cara gano yo y con sello pierdes tu”, algo por el estilo. El único fallo plausible era la libertad del ídolo.
Esa misma Corte por intermedio de un miembro del Cartel de la Toga –Gustavo Malo– durante varios años mantuvo engavetadas causas contra el actual senador. Allí están represados múltiples procesos contra Uribe. De manera que la tesis de una Corte ideologizada y complotada con la izquierda para perseguir, desprestigiar y enlodar a Uribe no tiene el más mínimo asidero. Con cualquiera de esos procesos que han venido durmiendo el sueño de los justos en esa Corporación lo hubiesen condenado hace años.