La salud no es un producto sujeto al negocio de explotación económica, como está ocurriendo en el mundo. La salud es el estado natural, físico y mental viviente de las personas. La salud se aprende a manejar con educación desde los hogares en lo relacionado a estructuras corporales, hábitos de conservación y practica de prevención.
La peor desgracia de la salud fue caer en la mafia de corrupción y perversión. Productores de drogas y elementos de fabricación farmacéutica, generan consumo de drogas en doble filo. Te mejora por un lado, pero a la vez, te daña otros órganos. Forma utilizada para atar y enlazar clientes habituales, obligados a consumir drogas de por vida, de lo contrario degenera la salud.
Es triste y reprochable condiciones, deprimente y operativas en que funcionan los hospitales y centro de salud público. Peor los trabajadores por falta de apoyo gubernamental. Privatizar parte de la salud no constituye motivo para acabar o dejar morir la salud pública. Ambas pueden operar y son necesaria a la vez. La 100/93 fue la apertura para que la clase política, en especial los parlamentarios, sin ninguna experiencia en manejo de salud, comenzaron abrir E.P.S, I.P.S, estallamientos y droguerías, utilizando a los médicos, enfermeras, auxiliares y todos los profesionales y técnicos de la salud de manera irregular e irrespetuosa con salarios irrisorios, condicionando: término de atención en consultas, formulaciones de drogas y negativas a procedimientos y servicios especiales por personas que ni siquiera tienen los mínimos conocimientos, en atenciones de salud. Solo disponen de capitales de manejo para ejercer dominio, violando los protocolos prestablecidos en salud.
El Covid-19 deja al descubierto el pésimo sistema de salud que tenemos, sin tener la mínima condición de adecuaciones ni protección para enfrentar la atención de pandemias. Muchos trabajadores por necesidad manifiesta le has tocado multiplicarse exponiéndose al contagio, resultando también víctimas de la contaminación. Es inaudito palpar la falta de cumplimiento con pagos salariales, como consecuencia de las crisis que viene acabando con la salud desde hace muchos años. Lo más grave, en la tragedia del coronavirus, han sido las discriminaciones publicas recaída de manera injusta e inconsecuentes, con los salvadores de vida en los relacionados servicios, movilidad y residencia en transportes, espacios y establecimientos públicos por cargar vestimentas, utilizada en el servicio. Mi solidaridad y apoyo con las personas destinada a servir en momentos difíciles de salud. Tenemos escases de médicos, enfermeras, psicólogos y auxiliares, frente al compromisos poblacionales. Se requiere más universidades públicas o becas en privada para el estudio de medicina, porque conl os actuales costos, no es para pobre.
En La Guajira, el asunto ha sido excepcional. Dios nos ampare, de una “tendereta” de muertos, presagiado de manera castiza para entender por el contralor departamental José María Moscote, asombrado por la escasez de camas y equipos de atención en salud, en estos momentos difíciles donde no queda otra que resguardarnos con mucha paciencia, para prevenir un desastre.