Fuera de La Guajira, es el segundo en importancia por su por misma estructura organizacional en promover las nuevas figuras rutilante de los mitos y leyendas que se crearon alrededor de aquel enigmático razonero del sur de Riohacha que hoy se propaga a nivel nacional e internacional. Esto me conlleva a dejar claro, que soy amigo de los semilleros musicales, ya que los viejos guayacanes que tenemos con la corteza dura, gruesa y pardusca en su garganta, en cualquier momento pueden envejecer y en recapitular los años de historia musical.
El ser y el deber ser me lo obliga, la ética y la moral me lo exige, claro, a estar presente en el marco de la décima versión del Festival Francisco El Hombre, ya que en calidad de amante del folclor vallenato y como guajiro, tengo la responsabilidad civil de respaldar a tan magnífico evento que concentra con nuevos aires, los avances de nuestro folclor. Que me gusta conservar las tradiciones, sí, pero también darle espacio a las nuevas generaciones, por eso nos identificamos que el Festival Francisco El Hombre tiene nuevos aires musicales, el mismo que guardo celosamente en mi memoria y que brota a la hora de las emociones.
Cuando escuchamos un vallenato bien toca’o, el corazón me palpita a ritmo diferentes y el sistema límbico se conecta con el entorno de nuestros paisajes naturales, la conversación con un paisano y el disfrute de uno de los licores, los mismos con los que las parteras me cortaron el ombligo al momento de nacer y no había alcohol antiséptico.
Razón tenía en su momento el compositor Rafael Manjarrez, cuando compuso la canción ‘Ausencia sentimental’ que al aplicarlo hoy con el Festival, podemos cantar con un eco infinito: “El que nunca ha estado ausente no ha sufri’o un guayabo, hay cosas que hasta que no se viven no se saben, creo escuchar en el aire un paseo bien tocado…”. Cuando por cosas del destino y obligaciones laborales nos corresponde estar lejos de la tierra que nos vio crecer, siente uno estos sentimientos encontrados, pero creo que cuando uno sufre este síndrome de lontananza, llega con más ahínco a celebrar, a conmemorar y a compartir con los familiares, amigos, compañeros de trabajo y demás personas con quien uno se tropieza en la multitud que genera la festividad.
Tengo dos señales propias del Festival Francisco El Hombre. Cuando estoy en la distancia digo: “que me esperen primo” y cuando llego a Riohacha, le digo a los que no han llegado: “Te esperamos primo”.