Serían las 9:30 de la mañana de aquel 30 de julio del año 2002, cuando Dolores se bajó del carro y soltó aquel grito agónico, igual al que escuchamos unos segundos después, era Mama Chita, dos hijos, dos madres, dos lamentos nunca antes oídos en la historia de La Peña. No así.
El llanto de dolor y rabia es diferente, sale de las entrañas, recorre el pecho y ya nada lo detiene: ¡¡Ay mi hijo!! Gritaron las dos, invadiendo de frío y espanto el corazón de todos los peñeros.
Al instante se escuchaba el murmullo de los habitantes del poblado reunidos en ambas casas, haciendo conjeturas, atando cabos, sacando conclusiones, hasta que llegó Clodomiro contando los por menores del misterioso retén que estaba puesto desde las primeras horas de la mañana; “Pedían documentos y revisaban, como si fueran la Policía y nos metían en un potrero, nos acostaban boca abajo, así nos tenían como a 80 personas, entre ellos los profesores que venían de San Juan a dictar clase a La Junta y a La Peña. Buscaban a alguien, no decían a quien. El comandante Kenet, empezó a hablar de la situación que estaba pasando el país y después de unos 20 minutos de habladuría, le dijo al ‘Profe’ acompáñeme; lo apartó de nosotros y hablaron unos minutos, nadie escuchó qué dijeron. Luego regresaron y lo acostaron en el puesto donde estaba”. Dijo ‘Miro’ que fue retenido temprano, cuando iba a llevar los pasajeros que viajan a hacer diligencias desde La junta y La Peña a San Juan.
“Después sacaron al ‘Chicho’ de Dolores, del carro donde lo tenían esposa’o; el comandante dijo que el ‘Chicho’ había ido hasta donde ellos a decirles que se quería ir en sus filas, que le iban a pagar el mínimo y que lo traían a qué se despidiera de su familia. (El Chicho estaba en Guamachal hacía tres días, fue a visitar una noviecita que tenía por allá, por más que todos le advertimos que no fuera pa’ la boca del lobo, pero el hombre enamora’o no oye consejo, seguro se le ocurrió decir que se iba con ellos, pa’ salvarse, pero esa gente lo tenían ficha’o y cuando las cosas van a pasar, pasan). Le pusieron unas esposas al ‘Profe’ y lo pusieron junto al ‘Chicho’. A nosotros nos dijeron que nos fuéramos a esconder detrás de una casa que estaba como a 500 metros; mujeres, hombres, niños, nos fuimos con paso rápido. Quizá todos esperaban igual que yo, el plomazo por la espalda; no fue así. Cuando todos estábamos detrás de la casa, oímos los cuatro disparos, le dieron dos tiros a cada uno”. Sigue narrando ‘Miro’, con el visible pesar de quién por más que han pasado los años, no olvida un solo detalle de lo ocurrido.
Dolores la mamá de ‘Chicho’ no durmió en toda la noche, no veía la hora que pasara el primer carro para San Juan, necesitaba ir a ver cómo se traía a su hijo de Guamachal, tenía esa sensación en el pecho que le exigía ir a rescatarlo de las garras de la muerte. Quedó atrapada en el reten y lo vio morir. “Que mujer tan valerosa, apenas vio que el carro de los ‘Para’ se fue, salió corriendo y tomó a su hijo muerto en los brazos” relataba ‘Miro’.
Trajo a su hijo en el regazo sin musitar palabra alguna, cómo con miedo de que si soltaba el grito que la ahogaba, se devolvieran a matarlos a todos.
Este fue el segundo acto que señaló un tiempo de miedo y terror en La Peña; antes que al ‘Profe’ y el ‘Chicho’, mataron al ‘Cojo’, papá del ‘Chicho’. Unos meses antes, lo sacaron de su casa aún sin salir el sol, los vecinos que ya se alistaban para la faena del día, solo escucharon los pasos de muchas botas por el ‘Callejón de Varo’ hasta la plaza. En la Cancha de fútbol, frente a la casa de La ‘Cosi’ lo mataron a puñaladas.