Una de las cosas sabrosas en esta región, cuando se es o no empleado, es tener el placer de llegar a la casa cansado entre las 12 y 12:30 y echarse un almuerzo calientico, hacer una siesta y cualquier otra cosita. A las 2:00 se regresa a la oficina descansado, relajado y con ánimo de trabajar; cosa distinta sucede en Bogotá y las grandes ciudades andinas donde las distancias les evitan estos privilegios y tengan que conformarse con llevar “el almuercito” en un envase de icopor para comerlo frío, aplastao y solo, o acudir al restaurante más cercano a un corrientazo o uno exclusivo en detrimento del bolsillo, por eso su horario es de 8:00 a 1:00 y de 2:00 – 5:00; una hora para almorzar y descansar, almuerzan pero no descansan y menos hacen siesta u otras cositas.
Qué sentido tiene que aquí en la Costa Atlántica haya entidades públicas con ese horario de Bogotá, qué hace un pobre empleado subalterno, porque los jefes a las 12 puyan el burro, de 12-1:00, la pasan aburríos y con sueño, porque a esa hora no va nadie, no hacen nada, solo desempacar el “almuercito” helado y pangao y otros irse en bolas de fuego a su casa, almorzar, lavarse la boca y para atrás sin tener el placer de echarse una recostadita y de pronto hacer otras “cositas”.
No es posible que ese horario atípico y de cachacos exista en esta región en muchas entidades y sus jefes, porque a ellos no les incomoda, no se hayan dirigido a sus superiores en Bogotá, bendito centralismo, para que se unifiquen con los demás: gobernación, alcaldía, bancos, notarías e inclusive la gran mayoría de almacenes y solo permanecen abiertos los grandes centros comerciales y los eternos y siempre dispuestos moteles.
Será que los empleados de esas entidades que tienen ese horario atípico y absurdo, no les gustará la idea que estoy planteando, sí es así, les presento mis excusas y se les gusta urjan a sus jefes para que con planteamientos motivados se dirijan a sus superiores en la capital de la República, en donde ya sé que algunos conocedores de la situación la esperan para proceder a unificar y sincronizar el horario, para que los pobres empleados de la región Caribe puedan ir al medio a sus casas a almorzar en familia, echar un piponcito y otros itos si les provoca.