Amar la naturaleza es amar la vida. Dios nos regala tierra, aire y agua. Nos ilumina en el día con sol radiante y la noche con luna llena.
Nos toca respetar, cuidar y proteger las fuentes acuíferas, ribereñas, lagunas y humedales para equilibrar el ecosistema en la rotación de la tierra. El agua debe declararse como derecho fundamental, alimento sagrado. En consecuencia debe prohibirse y prescindirse de modificaciones, manipulaciones y secamientos de ríos, arroyos, ojos de agua y las expansiones hídricas. Sin el agua ningún ser viviente sobrevive.
La minería se ha constituido en grave problema, en el entorno ambiental y la biodiversidad, consecutivamente con los desplazamientos forzados y represivos de personas colocando los intereses de los operadores mineros por sobre el respeto a los derechos humanos que constantemente violan complaciendo pretensiones, previos compromisos de pagos en sobornos a las autoridades ambientales y mandatarios ejecutivos.
Se valoran las jugosas ofertas de enriquecimiento fácil, aprovechando el cuarto de hora que la dignidad de las personas en la territorialidad explotadas que lo sacan de manera forzosa de sus ancestros residenciales por las buenas, reubicándolo sin medios de trabajo agrícola para que comiencen a sufrir de ahí en adelante. Si se resisten, los levantan a golpes y le derrumban las casas. Para las autoridades eso no es violencia, sino obstinación de negarse a entregar las propiedades para ejecutar las explotaciones mineras. El hecho que el gobierno las justifique por ser dueña del subsuelo, es una aptitud reprochable, aplastar a las personas como objetos desechables que les toca aguantar las circunstancia por miedo e insolidaridad colectiva.
Lo mismo va a ocurrir con el agua. Para muestra un botón: el río Ranchería nace en la Sierra Nevada, sur de La Guajira, recorriendo los municipios de San Juan de Cesar, Distracción, Fonseca, Barrancas, Albania y desemboca en Riohacha y Manaure. Por causa de la minería en la explotación de carbón se han afectado los cauces naturales, deteriorándolo en erosiones y secando las corrientes de aguas, encontrándose el citado río en deprimente estado.
Cerrejón, el gran beneficiado del río Ranchería, nada hace por su restauración, causado por las operaciones mineras en el departamento de La Guajira. El río Ranchería lo salvará de morir el elefante blanco de la represa, que algún día se activará para bien del departamento, de lo contrario nos tragaría el desierto que nace en parte de La Guajira.
El proyecto de explotación Cerrejón Sur, jurisdicción del municipio de San Juan del Cesar, está lista para iniciar las labores de cerramiento de las áreas determinadas para ocuparlas e iniciar las obras operativas. El brasileño Eike Batista vendió los derechos adquiridos a una sociedad de origen Turco, quienes esperan encontrar los espacios despejados y habilitados para las labores. En ese proyecto peligra el manantial de Cañaveral, encerrado en las coordenadas del área de explotación y transportes, en diseño estructural. Es necesario despertar y hacer respetar nuestros derechos. No debemos dejarnos convencer de compromisos suscritos por la nación, sin formalizar consultas previas, sin importar las pérdidas que se originen por las modificaciones de planes y diseños que se le acarrearían al Estado, que no tuvo en cuenta que los derechos naturales, no son de su propiedad para su disponibilidad. Tampoco que vengan a endulzarnos con regalías y espejismos para ilusionarnos y hacernos soñar fantasías.
35 años de estar observando la explotación a cielo abierto son bastante suficientes para entender que la minería genera estragos y produce contaminación en los territorios comprometidos con la operación, mientras le origina beneficios exclusivos no al Estado, sino de quienes las explotan, ligando sobornos subterráneos.
Es ilógico ocultar que en concesiones mineras regalen nuestros derechos naturales, que no son de propiedad de nadie ni deben colocarse al servicio exclusivo de ningún operador minero, sin retribuciones compensativas para contribuir con el mantenimiento controlado de los manejos hídricos. Terminar con el derecho a la consulta popular para oponerse a las explotaciones mineras, como dispuso el gobierno es un crimen que atenta contra la libertad y los derechos naturales y comunes.
Comencemos a constituir cruzadas y brigadas de vigías, para oponernos a cualquier acciones dañinas, que le puedan causar pérdidas de la fuente de agua, motivando con alertas tempraneras en toda la extensión del territorio guajiro. Es necesario cuidar y defender, el manantial de Cañaveral. ¿Sustituiremos el agua para tragar dólar y monedas? Vivimos por el agua, humanidad, flora y fauna.