Vargas Vila, la pluma rebelde y errante

Su nombre de pila fue José María de la Concepción Apolinar Vargas Vila Bonilla, y conocido en el ámbito literario como José María Vargas Vila o Vargas Vila.

Nació en el seno de una familia católica bogotana un 23 de junio de 1860, cuando todavía Colombia era Confederación Granadina. Falleció el 23 de mayo de 1933, 72 años de vida para una pluma beligerante. En sus años de juventud se desempeñó como pedagogo en la ciudad de Ibagué, en Guasca, Anolaima y la misma Bogotá.
Del Vargas Vila intelectual autodidacta, puede decirse que desde temprana edad participó en luchas políticas como periodista, agitador público y un excelente orador, destacándose por sus ideas liberales muy radicales y por siempre un gran crítico al clero de la época, a las ideas conservadoras y al naciente imperialismo estadounidense, diplomático, maestro, poeta, escritor.
Un análisis profundo lo ubica como un gran existencialista de tipo libertario, con una gran afinidad anarquista, como él mismo se definía en público.
Como cosa curiosa, participó como soldado en la guerra civil colombiana de 1884-1885 al mando del general Santos Acosta, quien fue derrotado obligando al naciente escritor a refugiarse en los llanos de Casanare donde el general Gabriel Vargas Santos le ofreció recepción y asilo.
Frente a estos hechos Vargas Vila ejerció una actitud crítica frente al Gobierno de Rafael Núñez, quien le puso precio a su cabeza obligándolo a refugiarse en la vecina Venezuela, lo que le sirvió para fundar la revista ‘Eco Andino’. en la ciudad de San Cristóbal. Marchó luego a Caracas fundando otra revista ‘Los Refractarios’.
Con estos primeros escritos comienza su fama de panfletario, acción que se expandiría y que recogería en su obra ‘Pretéritas’. Aquí también inicia su etapa de colombiano errante.
Entre 1885 y 1933, residió en ciudades como Caracas, Nueva York, Roma, París, La Habana, Barcelona, Madrid, a la vez que se relacionaba con poetas intelectuales modernistas, caudillos revolucionarios, figuras políticas y editores. Pero no por ello se consideró un hombre sociable; Vargas Vila prefirió a toda costa su soledad y se declaró misógino y ateo.
En su vida les profesó amor únicamente a su madre y a su ‘hijo adoptivo’, y, por supuesto, al arte y a la libertad. A sus 27 años publica su primera novela ‘Aura’ donde muestra su estilo romántico, novela que más tarde sería llevada al cine, siendo la primera obra colombiana llevada al séptimo arte.
Alrededor de 1889 visita a Curazao de donde es expulsado por el presidente Raimundo Andueza Palacio supuestamente por fraguar en su contra con el general Joaquín Crespo. Expulsión que lo obliga a trasladarse a Nueva York donde trabaja en la redacción del periódico ‘El Progreso’.
Ciudad donde entabló amistad con el escritor e independentista cubano José Martí. Funda y organiza la ‘Revista Ilustrada Hispanoamérica’ en la que publica varios de sus cuentos.
Triunfante Joaquín Crespo en Venezuela, invita a Vargas Vila nombrándolo secretario privado y consejero de asuntos políticos del nuevo régimen. Muriendo Crespo dos años después, Vargas Vila regresa nuevamente a Nueva York en 1894.
Para su suerte en 1898 fue nombrado ministro plenipotenciario en Roma por el presidente Eloy Alfaro del Ecuador. En 1900 publica su famosa novela ‘Ibis’ lo que la valió la excomulgación de la Santa Sede y recibió esta noticia con regocijo y festejos.
Nuevamente en Nueva York comienza su crítica en la revista ‘Némesis’ al Gobierno colombiano comandado por el general Rafael Reyes y a otras dictaduras latinoamericanas, así como a las imposiciones del Gobierno estadounidense, como la usurpación del Canal de Panamá y la Enmienda Platt sobre Cuba.
Por este hecho, en 1903 es expulsado por el gobierno de Washington, dejando a los Estados Unidos. En 1904 es designado como representante diplomático ante España, por el gobierno nicaragüense, cargo que le asigna el presidente José Santos Zelaya, labor que desempeñó junto al poeta Rubén Darío.
Más tarde regresó a la edición de sus libros y luego de breves estancias en París y Madrid, se asentó en Barcelona, donde inició, por acuerdo con la Editorial Sopena, la publicación de sus obras completas. Rubén Darío le dedicó a su amigo un par de poemas ‘Cleopompo y Heliodemo’ y ‘Propósito primaveral’.
Si bien la atmósfera cosmopolita, intelectual, periodística y política fue el terreno fértil para el perfilamiento de su cáustica pluma, la escritura profusa y polifacética del autor germinó y creció, se calculan aproximadamente 84 títulos, sin contar con su diario íntimo, artículos políticos de prensa y la escritura epistolar en el emotivo aislamiento de su espíritu y genio.
De la implacable pluma de acero, con la que fustigó directamente al rostro de sus enemigos mediante airados panfletos y diatribas, también destilaron, con letra elegante y bellamente adornada: truculentas historias cargadas de escenas lascivas y morbosas; sarcásticas reflexiones; despliegues de conocimientos sobre personajes y acontecimientos históricos; como también su soberbia y egolatría.
Vargas Vila fue el primer colombiano que hizo fortuna con la escritura. Obras cumbres como ‘Aura’ o ‘Las Violetas’, ‘Ante los Bárbaros’ o ‘Ibis’,  entraron en circuitos editoriales, incluso clandestinos, que garantizaron el sello autoral y lo catapultaron con éxito en toda América Latina y países de Europa.
La postura revolucionaria, el extravagante estilo de vida, los impúdicos motivos literarios, la indisciplina gramatical, el pensamiento estético-político libertario del irreverente escritor dieron pie a que en torno a su figura se tejieran leyendas y le llovieran críticas corrosivas, frente a las cuales él permaneció incólume.
Otras de sus obras son: ‘Flor de fango’, ‘Las rosas de la tarde’ y ‘Lirio Rojo’.
Después de una penosa enfermedad murió el errante escritor colombiano el 23 de mayo de 1933 en Barcelona. Sus restos fueron trasladados a Colombia por gestión de Jorge Valencia en 1980 y reposan en el Cementerio Central de Bogotá.