Violencia política, la peste que acaba el país

No son ‘memorias olvidadas’ lo que pretende hacer creer el expresidente, Andrés Pastrana, en su libro.

Están vigentes, como él mismo lo dice; “retratan a Colombia amenazada por la violencia, la corrupción y la decadencia moral”. Pero la memoria no olvida la farsa que inventó, cuando supuestamente violó su esquema de seguridad, para reunirse con el jefe de la Farc. Este episodio lo presentó en fotografías con ‘Tirofijo’, en las selvas de Colombia, donde, “sostuvieron una reunión y acordaron algunos puntos”, para iniciar, si llegaba a la presidencia, los diálogos de “paz”, así, en minúsculas y comillas.

Esta tramoya sorprendió al pueblo, cansado de tanta violencia y sangre; lo eligieron presidente. 

Como es sabido, el presidente Pastrana, buscó darle cumplimiento, a la farsa de los diálogos, despejó un territorio de 42 mil kilómetros cuadrados, en el Caguán, llamado “Zona de Distensión”. Una vez despejada, la zona acordada, las Farc, se hicieron al control del territorio, viviendo felices durante tres largos años. Aquí, se reorganizaron política, militar y económicamente, con leyes propias, sometiendo a los pobladores de los municipios integrados en la zona despejada. Líderes, políticos y cívicos, no estuvieron de acuerdo con esos diálogos y, mucho menos, con el despeje. El tiempo demostró que el proceso fue un rotundo fracaso, dándolo por terminado en febrero de 2002, por parte del gobierno. 

Al tiempo que se intensificaban las acciones terroristas por la Farc, en el territorio nacional, por la finalización de las negociaciones de paz, por la misma fecha, reconocidos congresistas crearon la fundación, sin ánimo de lucro, “Primero Colombia”, entre ellos: Germán Vargas Lleras, Claudia Blum, Gina Parody, Armando Benedetti, Carlos Holguín, Álvaro Araújo, entre otros.

Posteriormente se convertiría en un movimiento ciudadano, donde Álvaro Uribe llegó, después que la consulta interna del Partido Liberal lo encontró sin méritos para representar esa colectividad.

Cabe resaltar, que el movimiento ciudadano, primero Colombia, avalaría a Uribe Vélez y lo llevó a la presidencia de Colombia en 2002 y 2006, con la propuesta política “Seguridad Democrática”. Resultando peor el remedio que la enfermedad. 

Es importante destacar, que lo antes dicho tiene relación directa con la situación actual del país. Con la propuesta política de la “Seguridad democrática”, queda demostrado, lo que dicen los expertos en estos casos: la amenaza más grande que tienen las democracias, son los “líderes políticos cercanos a las armas” la población vulnerable siempre estará en medio del fuego cruzado. Sin embargo, ese fenómeno de la violencia política, se ha generalizado en todos los estratos de la sociedad, creando una cultura de violencia, en la que todo lo vemos de forma natural, hasta pensamos que es la única forma de enfrentar los conflictos: física, por maltrato; psicológico, amenazas, humillaciones; mediática y simbólica, la que se difunde diariamente a la ciudadanía. 

Es claro, que todos estos elementos han sido determinantes en el pueblo colombiano, han influenciado, de tal manera, a la población que solo creen en lo que dicen sus líderes. Por su puesto, son los que nos tienen enfrentados, en un alto grado de polarización. Los postulados ideológicos tienen hoy una característica que, por la conformación de los discursos, no cumplen con las normas y podemos considerarlos como mentiras. Naturalmente, que son compartidos por la multitud que se divide en uno y otro bando. Podemos considerar que existe ideología cuando hay compromisos. Lo demás es engaño, corrupción violencia irrespeto. Lo cierto es que conocemos la verdad, dice el actor americano, Morgan Freeman, sabemos la verdad, pero seguimos creyendo las mentiras. 

Estamos a la vuelta de la esquina para las elecciones presidenciales, y el uso y el abuso de las redes sociales se ha intensificado, de tal manera que es imposible entender las barbaridades que se escriben diariamente. La democracia no son solo las elecciones, también son el entendimiento y convivencia ciudadana.  Obviamente, que esto no tiene sentido, pero hay personas que aplauden con vehemencia los actos de violencia, mencionadas arriba: castigo, racismo, humillación. Ahora todo queda claro, el gran problema es la obediencia civil. Según los magos no hay ilusiones visuales sino cerebrales, las que hacen que no veamos las artimañas de los políticos. De todas formas, debemos convencernos que más allá del bien y el mal, detrás de la violencia encontremos una sociedad de entendimiento.