La semana pasada hablando con un amigo por teléfono, me decía que ya estaba desesperado por la situación que vivimos en la cuarentena y quería que pronto volviéramos a la normalidad. Terminó la conversación y me quedé pensando en cuál es el tipo de “normalidad” que vivíamos.
Estoy convencido que en esta cuarentena, más allá de las limitaciones de todo tipo que padecemos, es un momento oportuno de hacer una reflexión, apropósito de la “normalidad” en que vivíamos los guajiros antes del aislamiento por virus. Quiero hacer algunos interrogantes que puedan servir para la reflexión que les propongo. ¿Es normal que la salud esté manejada por la empresa privada, constituidas en EPS y estas estén más interesadas en su rentabilidad que en prestar un excelente servicio?; ¿es normal que nuestra red hospitalaria en La Guajira tenga la crisis que tiene?; ¿es normal que nuestra Universidad de La Guajira tenga la crisis económica que tiene?; ¿es normal que tengamos la única vía para conectar el Sur y el Norte de La Guajira en pésimas condiciones y que genere lesiones y muertes permanentemente por los accidentes de tránsito?; ¿es normal que centenares de niños y niñas wayuú mueran por desnutrición, por falta de comida y agua potable?; ¿es normal que la mayoría de nuestros municipios no cuente con el servicio de agua potable para el consumo humano?; ¿es normal que la Corte Constitucional nos haya declarado en Estado de Cosas Inconstitucionales? La lista de interrogantes sería bien larga, seguramente usted tendrá otros.
Como pueden ver, nada más anormal que vivir en esas condiciones, por la falta entre otras razones, de verdaderas políticas públicas del Estado, en temas como salud, educación y saneamientos básicos. En La Guajira nos hemos acostumbrado a vivir con los mínimos y eso para nosotros se volvió normal. El Estado colombiano es muy centralista, eso afecta a departamentos que estamos en la periferia, como Chocó, Putumayo, Amazona, Vaupés, Guainía, Vichada, con pequeñas diferencias, se viven las mismas limitaciones que en La Guajira.
Cuando se estaba reformando la Constitución de 1886, en año de 1990, un grupo de los constituyentes que participaban de la reforma, plantearon la necesidad tener un Estado descentralizado, que le diera mayor autonomía a los departamentos y municipios, pero fracasaron en el propósito y lo que se consiguió no es suficiente. En el primero de los principios se estableció que: “Colombia es un Estado social de derecho, organizado en forma de República unitaria, descentralizada, con autonomía de sus entidades territoriales”. Nuestra realidad es que cada día los departamentos y municipios son más dependientes del Gobierno nacional.
Es cierto, no se puede desconocer, que ha hecho falta en La Guajira un liderazgo positivo, con la capacidad de organizar un modelo de departamento; de construir un norte, saber qué es lo que se quiere y para dónde vamos. Ese es el tamaño del reto que tenemos los guajiros. No es posible que no seamos capaces de construir dentro de las diferencias y la diversidad de pensamiento, una unidad que nos permita trabajar la construcción del modelo de Departamento que nos merecemos. Uno que resuelva las necesidades más elementales a sus habitantes, que nos permita llevar la mayor suma de felicidad posible. De lo contrario no podemos seguir hablando de regresar a la normalidad.
El gobierno viene desmontando gradualmente la cuarentena, ya son muchos los sectores económicos que se están reactivando y dentro de poco estaremos todos en las calles de nuevo en la cotidianidad de nuestras actividades. Seguramente con mayor cautela y algunos cambios de comportamiento social. Pero los guajiros seguiremos en la anormalidad, mientras no se resuelvan las limitaciones de nuestros servicios públicos y demás. Esa es parte de la reflexión que les propongo como un ejercicio académico y sociopolítico en esta cuarentena.