Desde ya les presento mis excusas a los lectores de Diario del Norte por escribir en primera persona. Nunca lo hago; pero, esta es una ocasión especial para rendir homenaje a una persona que influyó tanto en mi vida como si fuera uno de sus hijos. Y le estaré agradecido mientras haya hálito de vida en mí. Le estaré por siempre agradecido a Saenz Orlando Cuello Rodríguez, el profesor Cuello, porque me enseñó lo que no se puede aprender sentado en un pupitre de colegio.
No me enseñó a escribir noticias porque él no era periodista. No me enseñó a leer noticias porque no era locutor. Era un hombre de mundo, que el mundo le cabía en la mente y le sobraba espacio. Era un hombre de acción. Un convencido de que las palabras, si no estaban acompañadas de acciones, no eran más que sonidos huecos e inútiles sin ningún resultado. Era un hombre de resultados.
El profe Cuello no creía en fracasos ni en triunfos. Sí estaba y vivió convencido de que todo lo que le pasa a uno en la vida son experiencias. Buenas o malas; pero, al fin al cabo, experiencias.
Me enseñó a confiar en la gente sin permitir el abuso. Y, estaba presto a olvidar las ofensas, sin darse por ofendido ni tratar de defender sus posiciones en cualquier circunstancia de la vida. El profesor Cuello me enseñó la más importante de todas las asignaturas: Me enseñó a vivir. A vivir como él mismo vivió siempre: por encima de las circunstancias, por muy adversas que estas fueran. Es más, él fue más grande que sus circunstancias. Recuerdo que me decía cuando yo le comentaba sobre algún hecho desagradable con algún funcionario relacionado con mi actividad como periodista: “Borre eso. Borre eso”. Más aún agregaba: “Si usted ve que la situación se pone difícil, quítese de ahí”.
Orlando Cuello: El profe
El profesor Cuello nació en Barranquilla un 30 de octubre de 1942. El Cuello le viene por sus ancestros de San Juan del Cesar y más concretamente de Arroyo de Piedra. Pero, era un hombre independiente de apellidos y sus logros, todos, eran a puro pulso de varón.
Un hombre con una visión clara y precisa de lo que quería de la vida y cuando se comprometía con una meta, seguía por allí sin desviarse en lo más mínimo y sin necesidad de pisotear cabezas ajenas.
Salió de su natal Barranquilla titulado como Licenciado en Biología y, en principio, su punto de llegada a La Guajira fue Maicao en donde laboró varios años como docente en varias instituciones educativas. Por recomendaciones de un primo se viene para Riohacha en donde se vincula como docente al colegio La Divina Pastora y en el sector educativo recorrió aulas de otros planteles oficiales y privados.
Pero, el profe Cuello estaba hecho para cosas grandes. Dirigió como gerente varias empresas del sector privado y por esas cuestiones del destino llega a la gerencia de uno de los proyectos radiales más ambiciosos que ha tenido La Guajira. Este proyecto tenía como base dos emisoras en Maicao: Radio Península y Radio Tribuna. En Riohacha nació la emisora pionera de la banda FM en La Guajira: Los Ángeles Stéreo. Todas de propiedad de Jorge Gómez Van-Grieken.
Los Ángeles Stéreo se constituyó en una emisora bandera en Riohacha y el territorio guajiro llevada de la mano maestra del profesor Cuello. Para desarrollar el proyecto radial allí tuvo la valiosa compañía del nunca bien reconocido compositor y hombre de radio Lenin Bueno Suárez (q.e.p.d) y de otro visionario guajiro, polifacético y de mente brillante que responde al nombre de Onésimo Pérez Van-Lenden.
Las cosas no se dieron como el profe Cuello quería. No hubo sinergia. Las directivas no estuvieron a la altura de las circunstancias comerciales del momento y en especial del competido mundo de la publicidad radial. Ahora, andar al lado del profe Cuello, era andar a su ritmo y velocidad. Y la velocidad era impresionante y corrías el peligro de quedarte a la vera del camino porque al profe no lo detenían los problemas ni ninguna clase de circunstancia adversa. Él se reía de los problemas. Los problemas eran su hábitat natural. Y si no había problemas corría el riesgo de aburrirse. Por ello vivía y vivió planteándose retos y desafíos día tras día.
Sin embargo, el transitar por variados caminos de la vida nunca se interpuso ni le cambió su condición de biólogo. Y al cierre de su ciclo vital, con todo su núcleo familiar acompañándole, el profesor Cuello se compromete y acepta el reto de cultivar y hacer producir la tierra en sus predios del piedemonte de la Sierra Nevada en jurisdicción del departamento de La Guajira, en el municipio de Dibulla. Fue un sueño largamente acariciado y felizmente cumplido.
Con su entusiasmo arrollador y contagioso toca puertas y logra ser oído, muy a pesar de toda la problemática de violencia que azota a todas las zonas rurales de Colombia y La Guajira no es la excepción. Los proyectos quedan en ejecución, todo indica que su hijo Elkin levantará las banderas de su padre en el campo de la agricultura.
Como fruto de su paso por la tierra y de su unión a su amor eterno, Cándida Gómez, quedan sus semillas representadas en el Junior Orlandito, gran dirigente cívico, social y sindicalista en el campo de la explotación del carbón del Cerrejón. Medardo, un dedicado médico especializado en el área de la anestesiología. Said, un ingeniero de petróleos. Elkin, comunicador social y la niña de sus ojos, Samira, una profesional de las artes y con una gran visión comercial que heredó el empuje emprendedor de su padre.